Ni bares ni tiendas: el pueblo granadino del 'silencio' víctima de la despoblación donde los viajeros buscan encanto y naturaleza
Este antiguo pueblo minero es la viva imagen de la Granada vaciada, solo cuenta con una casa rural y una farmacia
El turismo rural está de moda: más viajeros, más gasto y más escapadas
No hay bares ni tiendas. Los últimos cerraron sus persianas hace años. Paseando por sus calles encuentras a los pocos vecinos que quedan, pero no están tomando café o una caña en la plaza del pueblo o comprando el pan en la tienda. En Cástaras no existe ni un establecimiento, tan solo una farmacia, que acompaña y, en muchas ocasiones complementa, el servicio de un centro de salud que no cuenta con urgencias ni médico todos los días. El ambulatotio más cercano con urgencias y servicio completo está en Cádiar. Tampoco hay escuela, ni niños, y las casas o las puertas son el ámbito de encuentro de sus pocos vecinos.
Cástaras está en riesgo intenso de despoblación, es la viva imagen de la Granada vaciada: el éxodo rural de los 60 y 70 fue la primera termita de su censo, al que las décadas y envejecimiento de la población, la falta de reciclaje generacional y la huida paulatina de servicios terminaron de hacer los agujeros.
La vida de un pueblo entre silencios
El último censo registrado por el Ayuntamiento registra una población de 244 vecinos. Ahora, siete años más tarde, salvo cuando regresan algunos castareños por las fiestas patronales o de visita, el pueblo llama la atención por sus silencios. Sus estrechas y encaladas calles, típicas de la Alpujarra, pese a haber perdido gran parte de su antigua vitalidad, sí conservan la belleza de un pueblo enclavado entre montañas que respira verde.
Cástaras, pese a todo, sigue recibiendo visitantes, los que se hospedan en el único alojamiento del pueblo. La casa rural El Olivo, propiedad de Javier Romera, es el único enclave donde se mueve la economía externa y, también, el punto de encuentro entre visitantes y localidad. Romera sostiene que el pueblo "es muy bonito, da gusto verlo" y, aunque la mayoría de huéspedes van a El Olivo "porque repiten o la encuentran por internet, no por el pueblo", sostiene Romera, "les gusta mucho el encanto del pueblo, que tiene un entorno precioso, muy frondoso y lleno de verde y de agua. Es la Alpujarra más real". Sus huéspedes, añade, buscan esa tranquilidad y retiro, y por eso, en parte, repiten.
Un pueblo minero que cerró casi todas sus casas en los 70
De origen árabe, Cástaras alcanzó singular importancia como núcleo de población gracias a las minas de hierro de El Conjuro, explotadas hasta hace pocos años, y otras de mercurio que llevan cerradas desde mediados del siglo XX, explican desde el Ayuntamiento. En los años 70, ante el éxodo masivo de sus habitantes en busca de trabajo a otros puntos de España, llegó a cerrar las dos terceras partes de sus casas.
El documento de la Junta de Andalucía, Ponencias de las jornadas sobre la despoblación de la Alpuarra y el Valle de Lecrín, sostiene que Cástaras ha visto reducida su poblaciónen más de la mitad desde 1960. Ha perdido 1.172 vecinos, contando con 244 según la última actualización del censo en 2017, que ahora será algo menor.
Su momento de oro, desde que hay registros, tuvo lugar en la década de 1940, cuando Cástaras contaba con 1.663 vecinos. y fue a partir de la década de los 60 y 70 cuando la población comenzó a caer en picado, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a consecuencia del éxodo rural. Hoy, los jóvenes que quedan se marchan a Trevélez y, sobre todo, a Órgiva, comenta Javier.
Riesgo intenso de despoblación
Hasta 41 de los 174 municipios de la provincia de Granada están en riesgo de despoblación. De ellos, 14 están en riesgo extremo y, otros 27, como Cástaras, están en riesgo intenso. Esto quiere decir que cuenta entre 8 y 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, según el estudio Análisis de los municipios de la provincia de Granada en riesgo de despoblación y propuestas de medidas para su repoblación y revitalización socioeconómica’ de la UGR y la Diputación de Granada.
Sus vecinos están ya acostumbrados a vivir sin ciertos tipos de servicios y acuden, señala Romera, a Cádiar para hacer compras o tomar algo. No es la misma situación que vivían hace 20 años, explica, "entonces había tres bares y una tienda". La pandemia se llevó el último de ellos, que no pudo sobrevivir al desastre provocado por el covid.
Qué ver en Cástaras
Este precioso pueblo que vive a varias alturas, como acostumbran las localidades alpujarreñas, no solamente ofrece un entorno natural espectacular propio de su altitud y posición en el mapa. Rodeado de verdor y sonidos de agua, las laberínticas calles del pueblo guardan dos enclaves dignos de ver para los que disfrutan paseando entre el arte y la historia.
El primero de ellos es la Iglesia de San Miguel, de estilo mudéjar del siglo XVI, presenta una nave rectangular y capilla mayor de planta cuadrada diferenciada mediante un arco toral. La esbelta torre con reloj y campanas está arrimada a la cabecera. Los muros están levantados con la tradicional técnica mixta de ladrillo y cajones de mampostería.
La ermita de la Virgen de Fátima, es el segundo punto de referencia cultural de Cástaras. Excavada en roca caliza, presenta una fachada construida en mampostería y enmarcada por sillares escalonados en las esquinas, los cuales quedan coronados con un remate piramidal. El interior es una habitación blanca y cuadrangular en la que hay una mesa que sustenta la imagen de la Virgen de Fátima.
Dónde comer a menos de 6 km de Cástaras
Tras conocer este secreto de la Alpujarra, toca ir a comer o tomar algo. Y pese a que la localidad no cuenta ni con bar ni con restaurante, a menos de 6 kilómetros, en pueblos cercanos, sí hay opciones donde poder conocer la gastronomía de la zona. L' Atelier, en Mecina Fondales, ofrece comida vegetariana; también muy cerca, en Pórtugos, se encuentra el Mirador de Pórtugos, de gastronomía típica española y, por último, el bar Susi, en Juviles, ofrece todo lo que un bar de pueblo tiene en su ADN, especialidades de Granada y tapas.
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