La noche que Granada salvó a la Virgen de las Angustias

La crónica de los heroicos granadinos que salvaron a la Patrona en el incendio de 1916

”Virgen de las Angustias vente a mi casa a vivir, mientras los albañiles restauran tu Camarín”

Obra pictórica que representa el incendio del Camarín de la Virgen de las Angustias. / Archivo Oficial Hermandad Patronal de la Virgen de las Angustias
Alejandro Bonilla

05 de septiembre 2024 - 08:34

Una noche de verano, a principios del siglo XX, un granadino comenzó a correr con gran celeridad por las calles del centro de Granada. Muchos pensarían que emprendía una huida sobre algún crimen cometido, pero la realidad en ocasiones supera a la ficción. Llegando al conocido Pie de la Torre, dió la voz de alarma a través de una pequeña ventana que conectaba las calles de la ciudad con el campanario de la Catedral. “¡En las Angustias! ¡En las Angustias! ¡Un incendio en las Angustias!” serían las palabras de este desconocido granadino, que pasaría entre algunos otros a formar parte de nuestra historia.

Pasadas las 21:30 horas de la noche, el 26 de julio de 1916, las campanas del Templo Catedralicio tañían sobresaltando a toda la ciudad. Los tres toques advertían a los bomberos y a todos los vecinos de que un incendio se propagaba por la zona de la Alameda, pero nadie podía imaginar que las llamas devoraban el Templo que aglutina mayor devoción de toda Granada, la Virgen de las Angustias.

La noche que se transformó en día

Todo aquel granadino que conozca bien la Basílica, puede diferenciar entre las estancias que la conforman: la Parroquia, el Patio del Cristo de Piedra o la Sacristía. No obstante, el Camarín es el enclave protagonista del Templo, que recibe a diario cientos de miradas y plegarias de los granadinos a la que es su Patrona, la Virgen de las Angustias, que lo preside.

Como cada día tras el cierre de la Basílica, el encargado del Camarín, Manuel García, se afanaba en apagar todas y cada una de las velas y lámparas que alumbraban el rostro de la Sagrada Imagen. De la oscuridad, empezó a emerger un resplandor en una de las cúpulas del Templo. Un cortocircuito había prendido la cubierta, que era devorada por las llamas con una rapidez pasmosa. Entre gritos, avisó al sacristán Abelardo Lafuente Bentizal, que dió la voz de alarma.

El campanero de la Basílica, Tomás Gutiérrez, comenzó a redoblar las campanas sin cesar, tratando de evitar lo que ya era una realidad. Se fundieron a ellas las campanas de la Catedral, anunciando a los granadinos la peor de las noticias.

Como si de una peregrinación se tratara, vecinos de todos los barrios de la ciudad emprendían el camino hacia la Basílica. En tan sólo unos minutos, cientos de personas se congregaban en la actual Carrera de la Virgen. Entre gritos y sollozos, se negaban a creer aquello que tenían frente a sus ojos. La noticia corrió como la pólvora, ya que desde los pueblos de la vega granadina se observaba un destello sin igual, que hacía parecer que la noche se había transformado en día. Hermanos horquilleros, granadinos, devotos y altos mandatarios de la ciudad (entre ellos el gobernador civil y el alcalde) cruzaban miradas entre sí con nerviosismo tratando de averiguar cuál sería la mejor solución. 

En un alarde de valentía, un grupo de vecinos entró en la Basílica buscando el Camarín. Las cúpulas, prácticamente al borde del colapso, se mantenían todavía en pie. Alzaron a la Sagrada Imagen con sus propias manos, suplicando al cielo una tregua. La única salida del Camarín presentaba unas medidas muy peculiares, que impedían técnicamente el paso de la Virgen con la Cruz de Plata y la Corona que popularmente luce sobre sus sienes.

La Virgen de las Angustias, Patrona de Granada, presidiendo el Camarín de la Basílica. / Archivo Oficial Hermandad Patronal de la Virgen de las Angustias

Ante el asombro de todos los presentes, la Imagen atravesó el dintel de la puerta sin ningún problema. Tan sólo unos segundos después, se desplomaron las cúpulas sobre el pedestal vacío. Este suceso es atribuido a la Virgen de las Angustias como uno de los cientos de hechos milagrosos, que se encuentran recogidos en el archivo de la Basílica. Recordando este hito de la historia granadina, una de las cúpulas del Camarín luce una pintura, haciendo eterna la valentía de esos granadinos que salvaron, una noche cualquiera, a la Virgen de las Angustias.

La desesperación reinaba en la muchedumbre que se congregaba frente al Templo, rezándose espontáneas salves suplicando un milagro. Entre el denso humo que invadía el interior del Templo, emergió la inconfundible silueta de la Patrona, que era portada sobre sus manos por un grupo de vecinos, que pasarían a ser memorables héroes de la historia reciente de la ciudad. Los granadinos se reencontraban con la Virgen de las Angustias, en quizás uno de los momentos más emocionantes vividos en la Granada del siglo XX. Unos vítores y aplausos que celebraban la recuperación de la mayor de las devociones de los granadinos y, sin duda, una de las señas de identidad más destacadas de la ciudad.

“Virgen de las Angustias, vente a mi casa a vivir”

Tras la emoción y el entusiasmo, las manos de cientos de granadinos alzaron a la Virgen de las Angustias, protagonizando una espontánea procesión hasta la que es la casa de todos los granadinos, la Catedral. El pueblo de Granada seguía con devoción y fervor a la Sagrada Imagen, mientras los bomberos se afanaban en extinguir el fatídico incendio que asolaba por completo el Camarín de la Virgen.

Solemne Procesión en honor a la Virgen de las Angustias, a principios del siglo XX. / Archivo Oficial Hermandad Patronal de la Virgen de las Angustias

Al paso de la Patrona por el clásico Café Alameda, el dueño del establecimiento, Francisco Gadea, ordenó a la orquesta que amenizaba las veladas seguir el recorrido, acompañando musicalmente a la Virgen de las Angustias. Aquella noche de Santa Ana se transformó repentinamente en un último domingo de septiembre, en el que el fervor y la devoción de los granadinos se hacía patente en las calles de la ciudad. Los granadinos entonaban el “Magnificat” junto a la orquesta, mientras la Patrona entraba en la Catedral. 

El incendio fue de tal magnitud que el suministro eléctrico de toda la ciudad presentó dificultades. Justamente esta circunstancia dotó de una personalidad singular a esta espontánea procesión, en la que la Virgen de las Angustias atravesó las naves catedralicias en la más completa oscuridad. Los vecinos y devotos que acompañaban a la Patrona iluminaban su paso con mecheros y cerillas, creando sin duda la que tuvo que ser una de las imágenes más impactantes de esta noche histórica.

Se alzó rápidamente un altar efímero, que cobijaría a la Virgen de las Angustias durante los siguientes ocho meses. Unos cirios alumbraban el rostro de la Sagrada Imagen y, a sus pies, una bandeja de plata recibía constantes donaciones desinteresadas de los granadinos, que querían recuperar la Basílica con la mayor celeridad.

La Virgen de las Angustias, Patrona de Granada, en su Basílica. / Archivo Oficial Hermandad Patronal de la Virgen de las Angustias

El cantaor Frasquito Yerbabuena, reconocido con el premio secundario del Primer Concurso del Cante Jondo, recitaba una entrañable poesía, que muchos granadinos hicieron suya como plegaria particular.

“Virgen de las Angustias vente a mi casa a vivir,

mientras los albañiles restauran tu Camarín”.

Los granadinos de la época, mediante sus donaciones, hicieron de esta tragedia una nueva oportunidad de engrandecer su patrimonio. Se recaudó sobradamente el dinero necesario para la rehabilitación del Camarín, por lo que se instalaron algunas mejoras que embellecieron aún más la Basílica, joya del barroco español. Grandes ventanales y una puerta de dimensiones superiores, que facilitara una evacuación más rápida ante futuras tragedias, junto a nuevas obras pictóricas. Todas estas mejoras también ofrecían una mayor cobertura al creciente número de peregrinos y devotos de la época, que llegaban a la ciudad buscando la intercesión de la Patrona. La colecta total recaudada fue de 228.000 de pesetas de la época.

Tras la rehabilitación, cuentan las crónicas que se procesionó a la Virgen de las Angustias en loor de multitudes hasta su Basílica. Tal fue la cantidad de granadinos de la provincia que se acercaron a la capital que algunos tranvías de la época se vieron saturados aquel día, demostrando una vez más el fervor de la provincia granadina a su Patrona. 

Este acontecimiento, junto a muchos otros hechos históricos de gran interés, están recogidos en el excelente estudio de D. Miguel L. López Guadalupe Muñóz, “Nuestra Señora de las Angustias y su Hermandad en la época moderna”, así como en el archivo oficial de laHermandad Patronal de Nuestra Señora de las Angustias.

Como homenaje a aquellos heróicos granadinos que arriesgaron su vida en este incendio, recordamos a Vicente Pineda, José Zegrí, Melchor García Lopera, Emilio González, Miguel García, Fernando Collantes,, Segundo Martín, Manuel López y muchos más granadinos. Gracias a su valor, Granada sigue rezando desde hace siglos a su Patrona, la Virgen de las Angustias.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último