¿Por qué se dice que "huele a Darro" cuando va a llover en Granada?

¿Tiene algo que ver con el río que atraviesa la ciudad? Efectivamente es un recuerdo medieval vivo en la actualidad

El pueblo más "infravalorado pero precioso" de Granada

El Darro atravesaba la ciudad viva en época medieval, el Albaicín.
El Darro atravesaba la ciudad viva en época medieval, el Albaicín.

Expresión popular que casi todos los granadinos o, al menos, los más arraigados a la tierra, se ponen en la boca cuando empieza a manar un olor horroroso en casa y sin razón aparente.

De pronto alguien, tras comprobar que este procede el baño, dice, segura de sus palabras por puro empirismo histórico: "huele a Darro, eso es que va a llover". Y no hay más discusión, todo el mundo en la estancia asiente, entiende perfectamente el aforismo.

Pocas veces falla la ecuación. Ese hedor típico se debe al cambio de presión atmosférica, o mejor explicado, a la menor presión que existe cuando llueve o va a llover, lo que hace que los gases de las cloacas suban hacia arriba.

Eso también sucede en las calles, cuando el olor sale de las alcantarillas. No osbtante, no tiene nada que ver con el origen de la expresión granadina.

Un recuerdo medieval que persiste

Pero, ¿por qué en Granada es ley llamar a esto 'olor a darro o darros'? ¿Tiene algo que ver con el río que atraviesa la ciudad? Efectivamente, tirando de la ley de la navaja de Ockham, la explicación más sencilla es la más posible.

El olor a cloaca se identifica desde época medieval con el mal olor del río Darro, que bajo estas circustancias, su significado popular pasó de su origen etimológico de aquel Dauro (latín)- "de oro" (que a su vez procede de la tradición de la población de lavar oro en sus orillas), al popular y actual que lleva a las aguas fecales y que nació en el medievo granadino.

Aguas negras

Pero ese hedor no era propio o natural del río, procedía de las propias casas medievales que, a falta de conducciones y alcantarillado, lanzaban sus aguas negras directamente al río o a conductos que desembocaban en él.

A fin de cuentas, el Darro era la gran cloaca de Granada que, evidentemente, proyectaba ese tufo que ha pasado a la historia viva del lenguaje granadino. De ahí que más de cinco siglos después, el vocablo Darro sea en esta ciudad sinónimo de desagüe.

Hasta el siglo XX Granada no comenzó a gozar de cañerías y canalizaciones por lo que el Darro, al final, mantiene ese remanente de fama que la modernidad no ha sido capaz de eliminar del subconsciente granadino.

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