La repostería de clausura: los cuatro conventos de Granada con un sabor muy dulce
Vivir Gastro
Granada/Las grandes celebraciones concentran a familiares y amigos en cualquier época del año, y especialmente en las últimas semanas. Entre plato y plato, viejos conocidos se ponen al día y cuentan sus últimas hazañas. Bodas, bautizos, comuniones o graduaciones son algunos de los grandes acontecimientos, que durante estos meses concentran a un mayor número de personas.
A pesar del particular estilo de cada celebración, siempre hay un elemento común en todas ellas: el postre. El azúcar sella los encuentros más esperados de cada año, siendo el broche de oro perfecto para cualquier ocasión. Desde la más innovadora hasta la más clásica, la repostería triunfa en cada convite, ya que “deja un buen sabor de boca” a los comensales. En los últimos años, existe cierta tendencia en estos acontecimientos de recuperar aquella repostería tradicional que siguiendo la elaboración más clásica, ofrece al comensal un sabor inigualable. No obstante, son pocos los establecimientos que realmente elaboran estos dulces de forma artesanal.
En la intimidad de los conventos, las monjas de clausura de Granada se afanan cada año en preparar deliciosos postres para los más golosos. Navidad, Semana Santa, o cualquier día del año. Siempre es buena ocasión para probar una de las delicias que, gracias a los hornos de leña y siguiendo las recetas más primitivas, imprimen un carácter a sus postres inconfundible. Las monjas reposteras custodian tras las celosías de cada convento el secreto de sus recetas. Aún así los granadinos, a través de los tornos, podemos probar un poquito del “cielo dulce” de Granada. Estos son los cuatro conventos de Granada que deleitarán a cualquier amante del dulce.
Los roscos de Santa Isabel la Real
En pleno corazón del barrio del Albayzín, junto a la Iglesia de San Miguel Bajo, se erige el Monasterio de Santa Isabel la Real. Entrando en el atrio del Monasterio, encontramos uno de los enclaves más bellos del barrio. El antiguo empedrado granadinos, la monumentalidad de la Iglesia y la profusión en la decoración pictórica de las paredes crean un lugar de belleza entrañable.
Al final del atrio, encontramos un torno de madera que comunica el exterior y el interior del Monasterio. Con más de cinco siglos de historia, las monjas preparan tradicionales roscos de miel, pastas de té o las clásicas magdalenas, que tienen un sabor inconfundible.
Las clarisas de la Encarnación
Las hermanas clarisas elaboran recetas tradicionales que han ido perfeccionando con el paso de los años. Bizcochos, magdalenas o las tradicionales yemas de Santa Clara son algunos de los dulces predilectos por los granadinos y visitantes que, a su paso por la calle San Jerónimo, no pueden resistir la tentación de probarlos.
Las monjas atienden personalmente a todo aquel que se interesa por estos productos artesanales. En el caso de que no esté abierta la puerta lateral de la calle San Jerónimo, ofrecen también la posibilidad de adquirir los dulces mediante un torno situado en la entrada principal del Convento, en la Plaza de la Encarnación.
Los mantecados de Santa Catalina
En la Carrera del Darro se alza el Convento de Santa Catalina de Siena. Entre sus muros alberga una auténtica joya del barroco granadino. Las hermanas dominicas son verdaderas expertas en el arte de la repostería, teniendo una especial popularidad en la ciudad. El convento se ha posicionado como un auténtico lugar de peregrinación para comprar los tradicionales postres caseros o surtidos de dulces, destacando los roscos de anís, los mantecados con almendras o los clásicos polvorones.
La Navidad en San Jerónimo
Especialmente en la temporada navideña, y durante todo el año, las monjas jerónimas cautivan a los granadinos con el sabor de sus dulces. Los hojaldres, los mantecados, los alfajores o los roscos de anís son algunos de los postres más reconocidos. Gracias a su producción totalmente artesanal, han situado al Monasterio de San Jerónimo como un lugar de referencia de repostería en Granada, así como por la excepcional belleza del Monasterio y el atrio que lo rodea.
Disfrutar de Granada incluye saborear la ciudad por los cinco sentidos. La vista, el olfato, el tacto, el oído y especialmente el gusto. Los conventos trasladan a los curiosos a otro siglo, a la repostería más tradicional sobre la que se cimenta la más innovadora de la actualidad. El retorno a lo clásico es siempre un éxito asegurado.
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