La historia del judío granadino de la calle Pavaneras
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Granada/Un paseo por las calles de Granada puede deleitar a cualquiera. Los turistas observan con gran estupefacción las yeserías de la Alhambra, el campanario de la Catedral o las impresionantes muestras de taracea y cerámica de fajalauza. Los portales de viajes trazan rutas interminables con un sinfín de monumentos, que muestran la Granada más monumental. Pero, ¿hay algo granadino que escape de las recomendaciones turísticas?. El imaginario común de los granadinos establece diferentes prioridades con respecto a estas rutas.
Sin duda, algunos de los emblemas más conocidos por los granadinos no se encuentran entre estas recomendaciones. En la intersección entre la calle Colcha y Pavaneras, se erige una de las estatuas más reconocibles de la ciudad. Llama poderosamente la atención de todo aquel que camina por estas calles, pero quizás es el conocido más desconocido de la ciudad. Poca gente detiene su rumbo para fijarse en sus detalles, y preguntarse quién es aquel que alza su brazo.
Judá Ibn Tibbón recibe a todos los granadinos que deciden dirigir sus pasos hacia el barrio del Realejo. Es la puerta de entrada de uno de los barrios que más confluencia cultural tiene en la ciudad. Tan sólo los turistas más curiosos fijan su mirada en él, mientras esperan la llegada del transporte público. Entre restaurantes y conventos, se alza la que puede ser una de las esculturas más granadinas. Pero, ¿quién es Juda Ibn Tibbón? ¿y por qué fue importante en la historia de la ciudad?
Un padre apasionado por su hijo
Su nombre completo es Judá ben Saúl Ibn Tibbón, y para conocer su historia más personal debemos leer un documento muy particular. A través de su testamento, Juda Ibn Tibbón muestra su interés por la permanencia de su gran biblioteca, que fue poco a poco creando a lo largo de su vida. Sin duda, le brindó a su hijo Samuel la posibilidad de disponer de un gran centro de conocimiento y sabiduría, que disponía de un gran valor sentimental para él.
“Los jardines más placenteros y hermosos” o “su mayor tesoro” son algunos de las características que le atribuye Juda a su preciada biblioteca, que algún día tuvo que abandonar. No obstante, las indicaciones fueron claras, ya que el testamento de Juda Ib Tibbón aclaraba cualquier tipo de duda. Como si de un sermón paternal se tratara, ordenaba a su hijo todo y cuanto debía hacer el día que no estuviera.
“He reunido una gran biblioteca para tu beneficio, para que nunca necesites pedir un libro prestado a nadie. Ten cuidado con las hojas sueltas y separadas de tus libros, porque contienen cosas importantes que yo mismo he recogido y anotado. Cubre los estantes con hermosas cortinas, protégelos del agua del techo, de los ratones y de todo daño, porque son tu mayor tesoro”.
Como último deseo, le encomienda a su hijo que sea un hombre con ética, y que estudie en profundidad la Torá. Juda Ibn Tibbón era un hombre judío con profundas creencias religiosas, que no pasaron desapercibidas en los últimos deseos antes de su fallecimiento.
El padre de los traductores
“Granada a su insigne hijo Yehuda Ibn Tibbón, Patriarca de los Traductores”. Así versa el pedestal pétreo sobre el que se alza la imponente escultura de Miguel Moreno, encargada por el Ayuntamiento de Granada en el año 1988. Sus traducciones contribuyeron a la recuperación y conservación de importantes obras de la época, entre las que destacan Chovot ha-Levavot y Kitab al-Luma. Nació en Granada en 1120, pero la persecución almohade contra los judíos le obligó a emigrar, estimándose que falleció en Marsella hacia 1190, tal y como señalan Isaac Broydé y Richard Gottheil en la Enciclopedia Judía.
Su recuerdo permanecerá intacto en ese particular cruce de calles, que conforma uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad para los granadinos. Juda Ibn Tibbón seguirá alzando su mano, pero ahora muchos granadinos conocerán la historia que entraña el pergamino que sostiene.
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