Granada, isla de calor: las plazas sin un solo árbol (o pocos) donde reina el hormigón

La ciudad tiene como reto darle la vuelta a una situación provocada por décadas de planificación urbana ya obsoleta con proyectos verdes para los que se piden fondos europeos

Julio hace las maletas y el calor se queda en la provincia de Granada

Granada ha pasado ya por dos olas de calor en un mes y varias alertas por altas temperaturas. / Antonio L. Juárez

El semáforo de temperaturas de Granada no sale de los colores cálidos. Desde primero de mes, la ciudad solamente se mueve en una base cromática: de aviso amarillo, a naranja o rojo. Y así pasan los días (y los veranos) en una de las ciudades más calurosas de España donde, además, este mes se ha 'coronado' con el tedioso récord de haber registrado, por un lado, la máxima más alta y, por el otro, la más baja de toda Andalucía.

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), el jueves de la semana pasada, día 18, cuando la ciudad padecía un aviso naranja por altas termperaturas, un barrio de Granada 'ardía'. A las 15:40 horas, el termómetro de Cartuja marcaba los 41,2 grados. Por otro lado, a las 22 horas se daba el contraste: los afortunados que estuvieran en Pradollano disfrutaban de 11,8 grados, la temperatura más baja de Andalucía.

Este segundo dato es mero simbolismo dado que la altura de las poblaciones más altas de Sierra Nevada no padecen la canícula de la capital y pueblos de alrededor. Por lo que, sí, la provincia marcó un paraíso en grados, pero la realidad es mucho más amplia y sofocante.

Hace unos años, el término 'Isla de calor' podía resonar a una vista idílica del caribe. Ahora, con padecimiendo de causa mediante, la población sabe perfectamente que el concepto va de la mano del asfalto, el hormigón, la falta de sombra y vegetación, el tráfico y los edificios. En resumen, y como se dice aquí, de "un no poder vivir, el aire quema al respirarlo".

Las islas de calor son, específicamente, y según Greenpeace, "la consecuencia por el cual áreas urbanas experimentan temperaturas significativamente más altas que las rurales. Detrás de este fenómeno está la planificación de la ciudad: concentración de edificios, pavimento y falta de vegetación". Se trata de ese fuego que cae casi desde las primeras horas y que apenas baja cuando cae la noche.

Plaza 'dura' del Parque Miguel Ríos. / José Velasco/Photographerssports

Granada, isla de calor

Granada, como otras, cumple todos los requisitos para padecer esta consecuencia a causa de décadas de planificación urbana ahora obsoleta por fuerza climática mayor. Una ciudad que cuenta tan solo con un bosque urbano, el de la Alhambra, que no alcanza para refrescar todo su núcleo urbano, falta de vegetación y sombras en las calles, gran concentración de edificios y tráfico y, sobre todo, sus plazas 'sartén'.

Son aquellas que cuentan con pocos árboles y, en ocasiones con ninguno. De grandes extensiones donde el hormigón o la losa del suelo arden y proyectan el infierno bajo nuestros pies. Plazas brutalistas que pueden verse por toda la ciudad y que dan el mismo pavor a la hora de cruzarlos que el desierto de Mad Max. Una loseta tras otra hasta que el cuerpo logra encontrar una sombra (grande o pequeña) proyectada por un edificio, que no por un gran ejemplar arbóreo.

Paseo del Violón. / Antonio L. Juárez

Plazas duras de Granada, y no las de oposiciones

Eso de "plazas duras" comenzó a resonar en los oídos de los granadinos hace no mucho. Ese término, aunque ya existía, salió de los despachos y las ruedas de prensa del Ayuntamiento de Granada. Fue el extinto grupo municipal de Unidas Podemos quien, con el posterior acuerdo de presupuestos con el grupo socialista en Gobierno, llevó a las cuentas municipales el proyecto para reverdecer las plazas de la ciudad asoladas por la falta de refugios vegetales. Dicho proyecto se ha continuado por parte del Gobierno del Partido Popular aunque, y ahora se verá por qué, tanto las primeras actuaciones en las plazas, como las actuales, cumplen los requisitos para paliar los efectos de la isla de calor un poco a medias.

Los pocos alivios están en los 'parques de chorros'. / José Velasco / Photographerssports

Las plazas donde aún se puede ver el citado brutalismo de suelo duro y, entre cero unidades, o pocas, de árboles, son Mercedes Domenech, Paseo del Violón y Explanada Palacio Congresos, Gerardo Cuerva, Manuel Cano, Ciudad de los Cármenes, San Lázaro y Parque Miguel Ríos (en su zona de la explanada).

El proyecto para reverdecer las plazas duras y dotarlas de 'árboles' ahora mismo ha alcanzado a la plaza Albert Einstein y Caleta con la anterior Corporación y, con la actual a Gerardo Cuerva y la plaza Guitarrista Manuel Cano, mientras que el equipo de Gobierno del PP plantea la futura intervención de las de Manuel Cano, Eudoxia Píriz y Martín Vivaldi.

¿Sombras? Sí, a futuro, pero el hormigón sigue ahí

Las dos primeras plazas en 'probar' este proyecto fueron Einstein y la Caleta. En ellas se colocaron grandes macetones con árboles en su interior, algo poco natural a primera vista ya que un ejemplar de gran embergadura, de los que dan sombra, necesita algo más de espacio vital. Aún así, y pese a que también le cayeron algunas críticas, estas plazas han visto cambiar su paleta de colores de grises a verdes ya que también se les ha dotado de especies de arbustos.

Estas dos explanadas, por otra parte, siguen manteniendo el mismo pavimento, que aunque alcance a estar resguardado por sombras en un futuro cuando el árbol crezca, sigue siendo de un material que recoge y expulsa calor mientras que los suelos naturales no ejercen esa refracción calorífica.

Parque infantil de La Caleta, ya 'reverdificado' con grandes maceteros / José Velasco / Photographerssports

Los proyectos ahora en marcha están planificados de una manera similar: con mayor vegetación y zonas de descanso con sombra, pérgolas y jardineras. Aunque no se ha especificado aún si en ellas se plantarán árboles ni cuántos ejemplares serían.

Árboles: los que entran por los que salen... y la suma cuesta

El último proyecto sobre arborificación urbana de la Universidad de Granada llamado BIOCITREES - Una comprensión integradora del papel que desempeñan los árboles urbanos para las personas y la naturaleza, estudia en Granada el impacto de los árboles urbanos en la calidad de vida de las ciudades. En concreto, el proyecto analiza el papel de la arborización en tres puntos clave: "retención de contaminantes atmosféricos en las hojas de los árboles, ayudando a la purificación del aire en las ciudades; regulación microclimática que proporcionan los árboles en su entorno inmediato, mitigando las islas de calor que se forman por el recalentamiento de las estructuras urbanas (calles, casas) y el tráfico; y provisión de hábitat para los insectos, contribuyendo al mantenimiento de la biodiversidad dentro de la ciudad".

Granada, pese a los compromisos de los equipos de Gobierno que se han sucedido, ha visto perder muchos árboles en los últimos años, más de los que se puede permitir. Las talas y los llamados 'arboricidios' de los últimos años 'sublevó' a parte de la ciudad que incluso llegó a manifestarse.

Imagen del inicio de las obras del Eje Arabial Palencia en calle Arabial / G. H.

El caso más reciente llegó a raíz de las obras del Eje Arabial-Palencia, proyecto de la Consejería de Fomento (Marifrán Carazo estaba al frente de la cartera) y ejecutado por la Agencia de Obra Pública en tres fases como compensación por las obras del Metro, y con Francisco Cuenca como alcalde en aquel momento.

Dicho proyecto hizo talar más de 100 árboles maduros, tan solo en una fase, según denunciaron en su momento la Asociación Árboles contra el Cambio Climático con Lola Ortega como presidenta y el grupo municipal Unidas Podemos. Aunque, es cierto, también se llevó a cabo la plantación de nuevos ejemplares que darán sombra en un futuro relativamente lejano, esa era otra de las quejas.

Proyectos: Lagos, macro parques y 'verdificación'

Ahora sí, y viendo de cerca en Granada el presente asolador de las islas de calor que recorre todo el mundo como herencia de décadas de determinada planificación urbana, el Gobierno municipal parece plantearse como reto darle la vuelta a la situación o, al menos, dar pasos para paliar sus efectos.

Con Marifrán Carazo ahora como alcaldesa de la ciudad, ha lanzado varios proyectos verdes para los que se requieren fondos europeos. Se trata de iniciativas como la creación de un bosque de 10 kilómetros junto a la Circunvalación, una versión del anillo verde (proyecto 'estrella' de la corporación fallida de Luis Salvador junto al PP) con la plantación de árboles y la construcción de parques en todos los sistemas de borde junto a las grandes carreteras que circundan la ciudad. Este proyecto fue presentado en campaña electoral y parece estar dando los primeros pasos.

Se trata de dos nuevos parques urbanos y forestales previstos por el Ayuntamiento de Granada que se levantarán en el solar disponible en la calle Padre Marcelino, en el barrio de La Rosaleda con una extensión de 43.850 y 19.200 metros cuadrados y que limitarán con la Circunvalación de Granada (GR-30).

También se ha comenzado el proyecto de ajardinamiento en la nueva rotonda de Avenida de Andalucía que conecta los barrios de Albayda y Chana, que pasará así a “renaturalizarse con una masa arbórea acorde a las características de la vía y al rigor y severas condiciones del clima granadino”, dijo el Ayuntamiento tras su última visita el pasado abril.

Proyecto de dos nuevos pulmones verdes / G. H.

Otro de los compromiso de la Corporación viene a ras de tierra: la alcaldesa promete la plantación de 10.000 árboles en la redacción del propio Plan General de Ordenación Municipal y como proyecto heredado, aparece el ambicioso parque con lago incluido, o parque inundable, del Florío que auspició el anterior Gobierno socialista de Francisco Cuenca vinculado a fondos europeos. Este proyecto, según las últimas informaciones del Ayuntamiento de Granada, está en fase de redacción y concluirá en 2025.

Todos estos proyectos son de borde, es decir, son eminentemente necesarios para el pulmón de Granada, y parte crucial de un nuevo desarrollismo verde que llega por obligación. Eso sí, quedan pendientes aún las iniciativas que rebajen el fenómeno de las islas de calor, que se circunscriben a los centros urbanos donde siguen reinando aún el asfalto y el hormigón entre los edificios.

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