Una historia de extraños ruidos, ánimas y 'cazafantasmas' documentada en Granada en 1608
Los documentos de este caso están en la copia del informe que en octubre de 1608 envió el inquisidor de Granada, Gaspar Caldera de Heredia, al duque del Infantado
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Un joven inquisidor se desplazó en el verano de 1608 al este de la provincia de Granada para investigar, a modo de agente del FBI en una película o de 'cazafantasmas,' los extraños ruidos que se escuchaban en el campo, y él mismo los oyó e intentó descubrir su procedencia, pero como en los mejores casos de espíritus no encontró el origen y, además, el asunto no se resolvió.
Los archivos guardan documentos muy variados, algunos de importancia histórica y otros que descubren hechos curiosos y éste es el caso de unos escritos sobre ánimas y espíritus que ha mostrado a la Agencia EFE el director del Archivo Histórico Provincial de Toledo (AHPTO), Carlos Flores.
"Es una historia curiosa de ruidos raros y extraños en el campo en 1608", ha dicho, y del inquisidor al que mandan investigar, "que a mí me ha recordado a Quién mató a Laura Palmer (Twin Peaks) y el agente del FBI al que mandan allí, al fin del mundo, a buscar algo. Pues igual hicieron con el inquisidor, que además era muy joven, tenía 17 años", ha añadido.
Los documentos de este caso están en un cuaderno que contiene la copia del informe que en octubre de 1608 envió el inquisidor de Granada Gaspar Caldera de Heredia al duque del Infantado, que en ese momento era señor del Marquesado del Zenete (o Cenete), referido a lo que estaba sucediendo en el campo en la zona de La Calahorra, Jerez del Marquesado, Aldeire y Alquife, al este de la provincia de Granada.
Lamentos 'extraños' en plena tarea de siega
El joven investigador (inquisidor) llegó a primeros de septiembre a Jerez del Marquesado y a través del cura y otros vecinos se informó de que a finales de junio, en plenas labores de siega, se habían oído "gemidos" en el campo, y los segadores se habían acercado al lugar de donde salían, "entre los haces del trigo", pero "ninguno vio cosa alguna".
Aquello ocurrió durante quince días y en Jerez del Marquesado se dijeron algunas misas "por si era ánima que padecía" la que originaba los lamentos.El fenómeno se repitió en Aldeire hasta final de mes de julio, y de allí se trasladó a unas viñas en el camino de La Calahorra a Guadix, de modo que el caso alcanzó "fama" en la zona y comenzaron a salir vecinos para escuchar los gemidos, que eran constantes y "todos los oían a cualquier hora del día o de la noche".
Una 'curiosa' comitiva para seguir el rastro
Dos curas capitanearon una batida para localizar el origen. Así las cosas, el 6 de septiembre aquel inquisidor-investigador organizó una expedición para escuchar los famosos gemidos y en ella incluyó a los curas de La Calahorra y Alquife, al gobernador del Marquesado, al médico llegado de Granada y a un genovés de nombre Juan Ambrosio Bondanani. La comitiva se dividió en dos grupos, cada uno capitaneado por un sacerdote, y todos oyeron los gemidos, pero nadie logró ver nada.
"Son unos gemidos que no causan horror ni espanto, ni se eriza el cabello, pero en general causa una lastimosa conmiseración y lástima, como de hombre o ánima que padece", explica Caldera de Heredia.
Lograron localizar el lugar concreto de donde salían los gemidos, lo cercaron, pero no vieron nada, aunque en su relato el inquisidor subraya que él mismo se dirigió al que gemía y le pidió "que me manifestase su pena, que le prometía todo lo que yo pudiese para su descanso, y esto dos veces. No respondió".
"Un bulto como un mastín"
También interrogó el investigador en dos ocasiones al guarda de aquellas viñas: la primera vez, el hombre contó que una noche, de madrugada, estando a la puerta de su cabaña, vio llegar "un bulto como de un mastín grande" y cogió la lanza para darle pero "no halló cosa alguna" y dejó de ver el "bulto".
En el segundo interrogatorio el guarda contó que cuatro o cinco noches atrás comenzó "un ruido muy grande en la viña que parecía que andaban 500.000 a caballo en ella y que no dejaban árbol ni cepa en pie". Eso duró entre las nueve y las once de la noche, luego cesó y regresaron los gemidos.
El hombre también reconoció al investigador que desde hacía tres noches ya no salía de su cabaña hasta medianoche porque era entonces cuando ya no se oían ruidos sino gemidos, "y los gemidos decía que ya le hacían compañía".
La de aquel verano de 1608 es un misterio sin resolver, como sucede con muchas historias de espíritus, porque en el AHPTO no conocen el final de lo ocurrido pero tal vez haya una segunda parte ya que los documentos originales de este caso, precisamente, también están en Toledo, en el Archivo Histórico de la Nobleza, dentro de los fondos de la Casa de Osuna, aunque aún no han sido descritos ni digitalizados.
"No sabemos si el informe original seguirá algo más", ha manifestado Flores, quien ha agregado que aquel joven inquisidor que describió la situación, los interrogatorios, las batidas y los sollozos fue un reconocido médico aunque "en aquel momento era muy jovencito, tenía 17 años. Yo creo que le mandaron allí porque era el más joven de todos", ha apuntado. El Archivo ha mostrado al público los documentos en su blog: ahpto.wordpress.com
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