Pequeño Mundo: el rincón de Granada donde la cocina tradicional se convierte en un abrazo

Cómete Granada

El restaurante granadino ofrece una experiencia gastronómica única y cercana, donde cada plato casero cuenta una historia de esfuerzo, humildad y dedicación

El equipo de Pequeño Mundo es una de las claves del éxito que tiene este lugar desde hace muchos años. / Antonio L. Juárez/PHOTOGRAPHERSSPORTS
Rodrigo Vázquez - Redactor

19 de noviembre 2024 - 06:00

A simple vista, Pequeño Mundo parece un restaurante más en la Avenida de Juan Pablo II donde reside. Sin embargo, detrás de sus puertas se esconde una historia de esfuerzo y de amor por la cocina que ha forjado un rincón muy especial en el corazón de la ciudad. En el centro de esta historia se encuentra Francisco Gabriel Cirera Galindo, mejor conocido como Paco, quien hace 33 años decidió convertir a este lugar en una extensión de su vida, de sus recuerdos y de la sabiduría culinaria que heredó de su mentor

Nacido en Almería, Paco se estableció en Granada hace más de tres décadas, y desde entonces, ha dedicado su vida a Pequeño Mundo, un restaurante que ha crecido con él. Su historia comenzó con otro nombre, Restaurante Marocco, cuando Paco era solo un trabajador más. Con los años, los antiguos socios se fueron retirando, y Paco, movido por el cariño que sentía hacia el lugar, decidió hacerse cargo y renombrarlo en honor a su mentor, Miguel Martín Olmo. “Mi maestro trabajaba en un restaurante en Mallorca llamado Pequeño, y siempre tuve la idea de rendirle un homenaje”, cuenta Paco con nostalgia. Así, el restaurante pasó a llamarse Pequeño Mundo, y desde entonces, se ha convertido en un emblema de humildad, trabajo y perseverancia.

No fue fácil. Paco reconoce que los primeros años fueron “muy complicados” debido a la incertidumbre en torno al hospital cercano y las reformas que afectaron el flujo de clientes. Fueron tres años duros, donde el negocio apenas mantenía el ritmo, pero Paco, con su carácter fuerte y su inquebrantable amor por la cocina, decidió no rendirse. Poco a poco, la dedicación fue dando frutos, y Pequeño Mundo empezó a destacar en el barrio.

Paco atribuye el éxito de Pequeño Mundo a una combinación de factores que son el alma del lugar: una cocina sencilla y tradicional, basada en ingredientes frescos y en recetas que llevan la esencia de la cocina mediterránea; y el trato cercano y amable que su equipo brinda a cada cliente. “Aquí somos una familia”, afirma con orgullo, recordando cómo el camarero que lo acompaña lleva tantos años como él. Este sentido de pertenencia y de comunidad ha hecho que muchos clientes ya no sean simples comensales, sino amigos que regresan una y otra vez, confiando en que aquí encontrarán algo más que un plato de comida.

Paco es la representación del buen trato y servicio al cliente. / Antonio L. Juárez/PHOTOGRAPHERSSPORTS

Desde temprano por la mañana, Paco y su equipo están en la cocina, preparando a fuego lento caldos, guisos y postres caseros que recuerdan la cocina de antaño. “Hoy tenemos olla gitana”, menciona con entusiasmo, refiriéndose a uno de sus platos estrella, una receta tradicional que combina judías blancas, arroz y morcilla, cocinados a fuego lento hasta alcanzar el punto perfecto. Para Paco, cocinar no es una actividad acelerada; es un ritual que empieza a las siete de la mañana y se extiende hasta el cierre del local. Cada plato que sale de su cocina lleva un pedazo de su pasión y una pizca de su historia.

Los postres, todos hechos en casa, son un homenaje a la tradición: natillas preparadas con yemas de huevo frescas, flan, arroz con leche y pudding, sin artificios ni conservantes, sólo ingredientes sencillos y tiempo. Paco se asegura de que todo lo que llega a la mesa esté hecho con cariño y paciencia, porque cree que ese es el secreto para que los clientes siempre regresen.

En Pequeño Mundo, cada día tiene su propio menú. Paco se levanta temprano para decidir qué platos cocinará, dependiendo de los ingredientes frescos y de las ideas que surgen en el momento. “No me gusta que los clientes vean siempre lo mismo; intento variar cada día”, explica, consciente de que muchos de sus comensales son habituales y buscan esa sorpresa diaria. Así, entre legumbres, verduras, carnes y pescados, Paco encuentra siempre la forma de ofrecer algo nuevo, de que cada visita al restaurante sea una experiencia única.

Pequeño Mundo no solo es conocido por su cocina, sino también por el ambiente que Paco y su equipo han logrado construir con esfuerzo y amor. A lo largo de los años, el restaurante se ha convertido en un espacio de encuentro donde la clientela se siente en casa. El equipo de Pequeño Mundo trata a cada cliente como si fuera un amigo de toda la vida, cuidando cada detalle, cada gesto y cada palabra. Paco sonríe al mencionar que muchos clientes llaman directamente para reservar mesa, y que algunas veces hasta deben detener las reservas, porque las diez mesas del salón y las cuatro de la barra se llenan rápidamente.

Incluso tras la pandemia, cuando muchos restaurantes lucharon por adaptarse a la nueva normalidad, Pequeño Mundo encontró la manera de seguir adelante. Las restricciones y los protocolos hicieron que el restaurante tuviera que reducir su aforo, pero el espíritu y la dedicación de Paco permanecieron intactos. Hoy, las mesas en la barra, que comenzaron como una medida temporal, han quedado como una parte más del lugar, un testimonio de cómo Pequeño Mundo logró adaptarse y seguir adelante sin perder su esencia.

Paco no está solo en esta aventura. Su hijo, quien ya se ha sumado al equipo, está aprendiendo los secretos del oficio de la mano de su padre, y Paco confía en que, con el tiempo, será él quien mantenga viva la tradición. “Seguro que seguirá con esto; le gusta y se le nota”, dice Paco con una sonrisa de satisfacción. Para él, su restaurante es más que un negocio; es un legado que quiere dejar a su hijo, y que está seguro de que él llevará adelante con el mismo amor y dedicación.

Después de muchos años al frente de Pequeño Mundo, Paco sigue mirando al futuro con optimismo y humildad. A pesar de todo lo que ha logrado, siente que siempre hay espacio para mejorar, para seguir invirtiendo en el lugar y en su gente. “Todo dinero que le echamos es bien echado”, asegura, convencido de que la calidad y el buen trato son la clave de su éxito.

Para quienes visitan Pequeño Mundo, la experiencia va más allá de la comida. Cada plato, cada sonrisa y cada gesto reflejan los valores con los que Paco ha levantado este rincón en la ciudad de la Alhambra. En Pequeño Mundo, se siente el calor de una cocina casera, el esfuerzo de un equipo que trabaja unido y la pasión de un hombre que, a pesar de los retos, ha sabido mantener vivo un sueño hecho a fuego lento, día tras día, año tras año.

Restaurante Pequeño Mundo

Av. de Juan Pablo II, 5, Beiro, 18014 Granada. Horario de lunes a viernes de 07:00 a 17:00 horas. Teléfono: 958 962 587

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