Se pierde un bar de barrio: cierra el local que sirvió cafés y cañas a los trabajadores de Cervezas Alhambra durante 60 años
El bar Alhambra echa el cierre y con él la atención de dos generaciones a todo un barrio, una universidad y una fábrica
Francisco Martín abre la puerta de su bar en torno a las 7 de la mañana, a veces incluso antes. En primera lugar toca levantar la persiana, encender las luces, calentar las máquinas y preparar todo para una nueva jornada de encuentro con su barrio. Como cada día desde hace casi 60 años cuando los encargados tras la barra eran sus padres.
Ahora, este bar-man de barrio profesional está contando los días mientras planea sus vacaciones de verano y, después de eso, toca poner las piernas a descansar y lanzarse a la vida de jubilado. No sin pesar, porque Francisco, Francis para los amigos, no cerraría su bar si fuese por él, pero las piernas ya no son lo que eran. "Yo estoy bien aquí, tengo muchos amigos y clientes de muchos años, pero las piernas ya pesan", explica el dueño del mítico bar Alhambra, en la calle Cristo de la Yedra.
La semana que viene cerrará uno de los pocos cafés bar de "barrio barrio" que aún siguen vivos en Granada y que, por desgracia, tras su cierre en muchas ocasiones lucen un lavado de cara con franquicia incluida. Aunque no parece ser el futuro del bar de Francis. Este es uno de aquellos que huelen a parroquia y acostumbran a escarceos de bendita confianza que suenan a esos "cómo estás Manuel, mañana tenías cita con el médico, ¿no?" o "cómo está tu niño, ¿cómo le va el trabajillo nuevo?", por ejemplo. O que, con el paso de las décadas y la intimidad forjada con los vecinos han perdido su nombre original para pasar al bar de Conchi o de Esteban o, el de Francis. Los roces con la comunidad más placenteros.
Una barra de confianza
Francis es vecino del barrio, "y tanto, de la calle La Parra" y por sus manos han pasado tantos cafés y cañas a demanda que es imposible guardarlos en la memoria. Su clientela, cuenta, es sobre todo gente del barrio así como trabajadores de la fábrica Cervezas Alhambra, lo más numerosos, y también aquellos trabajadores del nuevo Mercadona que pasan por allí desde primera hora a por su desayuno.
De un tiempo a esta parte, confiesa con algo de pena, "este barrio ha perdido mucho al irse la facultad de Medicina y el Clínico. Está muerto". También sostiene que quedan pocos bares como el suyo, pequeños y familiares donde todo el mundo se conoce hasta el apellido, el mote, profesión, rutinas, o todo a la vez.
Su padre se lo compró a un francés
Tras toda una vida al frente del bar que su padre compró a un francés hace 56 o 57 años, no lo recuerda con exactitud, Francis confiesa que su cuerpo está algo cansado después de décadas trabajando 12 horas al día, entre que abre, recoge y demás. "12 horas, media jornada", bromea. Y aunque la dedicación ha sido placentera por haber coleccionado tantos amigos inter-barra, a veces, explica, sí se ha arrepentido de no haber cogido los trabajos que le ofrecían a su padre para él también a través de clientes.
"Cuando yo era joven, a mi padre le decían que si quería trabajar en la fábrica (la de Cervezas Alhambra) o en la Universidad, porque aquí venía mucha gente importante, como el Rector", recuerda, "aunque él siempre decía que yo estaba en el colegio y luego le ayudaba en el bar. A veces sí me arrepiento porque me hubiera jubilado antes", responde socarrón.
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