El suplicio de llegar al Corpus en Metro
Corpus 2024
La huelga de autobuses desborda el transporte público de Granada en hora punta
Video: Segunda jornada de huelga de autobuses durante la feria de Granada
Granada/La atracción más terrorífica de la feria de Granada comienza en Armilla. Al aire libre y subterránea. Aquí no hace falta aprovechar el martes para obtener precios populares, ya que el pasaje cuesta tan solo 33 céntimos si posees la tarjeta de transporte, o gratis si no la pasas por el lector. La mayoría de ocasiones la segunda opción es la que reina, pero no porque los granadinos intenten colarse, sino porque les es imposible acceder al sistema de canjeo. Es de color blanco y verde y no se trata de ningún columpio, sino del Metro en hora punta. Eso sí, no es recomendable para claustrofóbicos ni para personas con movilidad reducida. El transporte está colapsando en las jornadas de feria debido a la huelga de autobuses.
A las 19:12 horas el tren sale de Armilla dirección Albolote. Aunque el objetivo principal de los pasajeros está un poco antes, a 19 paradas concretamente, en Jaén. Hasta que llega a la segunda parada, donde la línea se divide en dos, el paseo es tranquilo y permite incluso el juego en su interior. Varias niñas practican las palmas flamencas al ritmo que taconean y se cuelgan de las anillas de color amarillo que están agarradas a las barras. De momento, hay risas y mucha tranquilidad en el interior del vagón 312D.
“Todavía queda mucho, nos tenemos que bajar en Jaén” comentan dos amigas frente a una de las puertas, señalando la línea encima de las puertas y la cantidad de puntos rojos que aún faltan para que llegue. Tras dos paradas donde no mucha gente accede a los vagones, en Dílar se vislumbra el primer grueso de granadinos con ropas de fiesta y pasan hacia los pasillos.
Una sí, una no, la parada del Palacio de los Deportes elimina los huecos entre las personas y ya solo se ven cabezas en el coche anterior. El espacio entre las dos puertas del vagón ha desaparecido, aunque aún quedan los pasillos. Parada tras parada, donde no paran de entrar y nadie abandona el tren, el Metro se esconde en la tierra y la puerta de apertura cambia al lado izquierdo.
Andrés Segovia es la primera sin luz exterior y, para sorpresa de todos, en vez de empujones y anarquía hasta rellenar los casi inexistentes huecos, los operarios de la compañía controlan el acceso de manera ordenada. Igual sucede en la parada de Recogidas, donde se escucha a los trabajadores: “Entrad hasta que tengáis espacio”, y más de la mitad de los que esperan se quedan fuera, como también ocurre en Méndez Núñez. El tren ya está lleno y aún faltan 9 paradas.
Vuelve a apreciarse la luz del sol y los operarios desaparecen, al tiempo que desaparecen los accesos ordenados y las avalanchas por encontrar un espacio empiezan a hacer presencia. A pesar de las quejas de los pasajeros, nadie quiere perder el tren y esperar a que, dentro de unos 10 minutos, vuelvan a encontrarse con otro Metro colapsado.
Ante la falta de espacio y de aire, toda táctica es buena para no dejar entrar a más gente, y los pasajeros ya empiezan a idearlas. Cuando el tren se vuelve a detener, los más cercanos a la puerta le dan la espalda en formación tortuga y no permiten que nadie entre. Otra técnica que abunda es el abanicarse con la mano, quienes pueden subir la mano, claro, porque la mayoría solo tan solo pueden respirar enlatados entre los vagones.
Pese a la situación, la ironía granadina siempre apremia. “Entrad aquí que hay sitio de sobra”, se escucha una voz lejana perdida entre la multitud al tiempo que el tren para en Caleta. Poco a poco, intentan hacerse un pequeño hueco en un tren a rebosar, porque, al contrario que el autobús, está obligado a detenerse en todas las paradas, aunque nadie se baja. En Luis Amador ya se activa la cuenta atrás y una madre bromea con sus hijos: “Al menos para allá van todos recién duchados, a la vuelta vienen recién sudados”.
39 minutos después, a las 19:53 horas, el tren se detuvo en Jaén, la parada del Recinto Ferial. El desalojo, al menos coordinado por los chalecos amarillos de los trabajadores, permitía al Metro poder volver a respirar. Obligando salir hacia la derecha, despacio, pero sin pausa. La cola avanzaba como una hilera de hormigas, girando de manera uniforme hacia la izquierda que sube la cuesta hasta el recinto ferial. Allí, otra cola espera, esta vez de taxis, quienes tardan “10 minutos como mucho”, los realmente beneficiados por la huelga de autobuses. En esos 10 minutos que ellos esperan para cargar, una nueva avalancha de gente saldrá de la parada Jaén para acceder al Corpus.
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