El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
"Ponme lo de siempre", "un café como los de siempre", "un trato como los de siempre". En cuanto a calidad, cuando se pone por delante un "los de siempre", la monotonía se quita la pátina de desazón para convertirse en algo atractivo. Sucede con todo lo que gana poso con los años y aumenta en calidad por golpes de experiencia y los grandes exponentes de este fenómeno suelen llamarse tabernas, bares y restaurantes.
Sobre esto, precisamente, han fijado la vista este año los responsables de la Guía Repsol que en su 10ª edición ha puesto el foco en los Soletes con Solera. Jóvenes cocineros abren nuevas casas de comidas tradicionales, se recuperan bares antiguos en el centro de las ciudades y los clientes muestran también un interés renovado por las raíces, reivindicando los sabores de toda la vida, explican.
Casas de comidas con arraigo, barras que podrían contar miles de historias o familias que han transmitido el oficio de abuelos a padres y de padres a hijos hasta convertirse en una institución. En este listado, además de lugares legendarios, hay nuevos establecimientos que escarban en el origen y buscan poner al día las recetas que son historia de este país, con cariño y respeto.
En el caso de Granada, son cinco las tabernas galardonadas con este reconocimento a la autenticidad, “Agustín”, “Casa Enrique”, “Casa Julio 1947”, “Los Mascarones” y “Soria”, en la ciudad de Granada.
Si existe un adjetivo que le sienta bien a la cafetería Agustín ese es "auténtico". Pequeño, siempre lleno hasta los topes en las horas de desayuno, con su icónica barra de metal y un trato excepcional tras ella. Tostadas 'como las de siempre', a buen precio y generosas.
En 1870 abrió sus puertas como lugar de repostaje, parada de postas, para los carros y caballos de aquellos 'viajantes' que pasaban por Puerta Real. A día de hoy Casa Enrique se mantiene en el mismo lugar y sigue abrevando a vecinos y visitantes. También conocido por algunos como 'El elefante' por un dibujo en su cartel, es de las tabernas con más solera de Granada donde el buen producto compite con la belleza del local.
Casa Julio es un clásico entre los granadinos de casi cualquier edad. Este bar donde el pescaíto es el rey tiene dos 'sedes', la original, en calle Hermosa, al lado de Plaza Nueva y, la segunda en formato restaurante en plazaa Bib-rambla. Ambos ofrecen un ambiente agradable y mejor gastronomía, aunque la primera Casa Julio se guarda siempre en el recuerdo con un poco más de pasión.
Como representante del Albaicín aparece el bar Los Mascarones, especilaistas en tapas de toda la vida y, en especial, en las migas con sardinas. En plena calle Pagés, arteria muy importante del barrio, esta taberna tradicional cuenta con casi medio siglo de vida repleto de historias de las que dan fe las fotografías de personajes ilustres que cuelgan de las paredes.
El Soria es un inquilino acostumbrado de los rankings y reconocimientos de hostelería. Este enclave del rock y el indie granadino sabe guardar en dentro de su local una mezcla muy atractiva entre solera y 'moderneo'. Cóctel que, no solo no extraña sino que le encanta a los que lo prueban.
Esta décima edición de nuestra distinción más joven homenajea a sitios que han resistido durante décadas, fieles a un mismo concepto. Algunos de ellos son centenarios, como ‘Casa Enrique’ en Granada, ‘Casa Montoliu’ en Tremp (Lleida), ‘La Taberna de Antonio Sánchez’ en Madrid o la ‘Antigua Pastelería del Pozo’ (Madrid). Así, los Soletes se reparten entre cocinas donde las recetas se mantienen inalterables, aunque la experiencia las va enriqueciendo año tras año.
También reciben un reconocimiento las barras, donde el producto, las costumbres, la decoración y hasta el acento de parroquianos habituales y el personal explican el lugar en el que te encuentras. Además, las cafeterías y pastelerías tienen esta vez una representación muy especial: el horno que mejor hace el dulce típico de tu zona también se merecía un premio.
Del mismo modo, tienen su espacio los jóvenes profesionales que han apostado por la tradición, como es el caso de Zuriñe García en ‘El Txakoli de El Paladar’ (Portugalete, Bizkaia). Entre los más de 300 establecimientos que a partir de ahora lucirán el distintivo amarillo en su puerta, encontramos proyectos que acaban de arrancar, pero que se han tomado muy en serio rescatar la memoria gustativa. Es lo que hacen Mario Pizarro y David Ripalda en el jerezano ‘Matria’.
Además de cocineros desempolvando el recetario de sus abuelas, hay jóvenes reabriendo negocios míticos ya cerrados, como atestigua la historia de ‘La Majada’, en Artenara (Las Palmas). Hasta hay bocadillos de autor con ganadería propia y pan de obradores locales, como es el caso de ‘Chichalovers’, en Santiago de Compostela, y odas modernas a los aperitivos de siempre, como ‘Doble y Gilda’ en Madrid.
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