Los tesoros "singulares" del Arqueológico de Granada: un diente de leche con 1,4 millones de años o un astrolabio granadino único
El centro cuenta con bustos y venus romanos, inscripciones honorarias, ánforas e, incluso, sandalias de esparto del Neolítico tardío entre su colección de 'favoritas'
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Las "obras singulares" del Museo Arqueológico de Granada suponen un paseo por la historia milenaria del territorio. En el centro ubicado en la Casa de Castril (preciosa casa señorial del siglo XVI), en la Carrera del Darro 41-43 los visitantes pueden sumergirse en los siglos y aprender con la multitud de piezas con las que cuenta el museo.
Desde lámparas, jarras, bustos y venus romanos, inscripciones honorarias, ánforas e, incluso, sandalias de esparto del Neolítico tardío, conocer el intenso patrimonio que guarda el Arqueológico es regalar un paseo por los importantes y ricos yacimientos de la provincia.
Estas son solo algunas de las que el centro califica como sus "obras singulares" que, en total, componen una colección de 32 piezas.
Molar de leche de homínido
Procedente de Orce, del Barranco León, y con unos 1,4 millones de años, del paleolítico inferior arcaico, aparece este molar de homínido. Este diente de leche (primer molar inferior izquierdo) de un niño o niña de unos 10 años, según los investigadores, supone la evidencia en esta zona de la presencia humana más antigua de Europa Occidental.
Desde el museo destacan que "este descubrimiento supone que los yacimientos de Orce son el registro paleobiológico más importante de Europa para estudiar los últimos millones de años en el mundo, incluso por delante de Atapuerca, que está datado en 1,2 millones de años".
Relieve de siueta de caballo de Ilurco
Esta pieza y otras tantas fueron encontradas por agricultores mientras araban sus tierras en la zona conocida como Cuesta de Velillos, entre los arroyos de Enmedio y Cerrajones, en el Cerro de los Infantes, Pinos Puente.
Esta placa de piedra caliza que representa un caballo y que procede de la ciudad iberorromana de Ilurco así como la abundancia de otras tantas de este tipo "presupone la presencia de un santuario en la antigua ciudad de Ilurco dedicado a una divinidad protectora de los équidos. Esta pieza, por tanto, se trataría de un exvoto en agradecimiento a la divinidad", indica el museo.
Vaso Fenicio-Púnico
De origen Fenicio-Púnico (710-620 a.C) y procedente de la Necrópolis de la Laurita en Almuñécar, este vaso es la cáscara de un huevo de avestruz decorado con motivos geométricos y aves. El vaso pertenece a "la tumba nº 10, la tipología de tumba es de pozo que contendría una urna de alabastro con los restos incinerados del difunto", y el uso como recipiente de cáscaras de huevos de avestruz era símbolo de lujo por su exotismo y también era utilizado como elemento funerario que se remonta a épocas prehistóricas.
"Existen dos focos de origen y distribución, el africano y el sirio. A principios del I milenio cesa el comercio de este tipo de artículos de lujo en Oriente y el Mediterráneo, reapareciendo en el s. VIII a.C., poniéndose de moda en el ritual funerario de la colonización fenicia hasta la época púnica avanzada", completa.
Toro ibérico de Arjona
El toro ibérico procedente de Arjona, Jaén, del siglo IV a. C es una de las obras más llamativas del museo granadino. Presenta un morro prominente, unos grandes orificios nasales redondeados y los ojos ovalados, esta escultura exenta del animal mirando al frente y sin los representativos cuernos dado que "parece ser que los cuernos eran postizos, ya que quedan restos de los orificios en los que se insertaba plomo para su fijación", es de piedra caliza y tiene una altura de 53 centímetros.
Explican desde el Arqueológico que "debió estar destinado a un monumento funerario como expresión de la vida que se deseaba al difunto en el más allá, ya que el toro era símbolo de procreación y vida" y son patentes las influencias orientales y griegas en su técnica y estética.
Frontal de Neardhental
Este hueso procede del Paleolítico Medio, Musteriense, (100.000-30.000 a.C.) y fue encontrado en la cueva de la Carigüela, en Píñar. El fósil homínido corresponde, indican, por sus características físicas, al frontal de un niño del tipo neanderthal terminal o clásico europeo.
El yacimiento de Píñar es de los más importantes y se conoce desde las primeras décadas del siglo XX. "La estratigrafía de la cueva presenta una sedimentación continua desde finales del Pleistoceno Medio, 145.000 a.C., hasta la Edad del Bronce, 1.900 a.C" y siendo el Paleolítico Medio (145.000 - 29.000 a.C.) la más conocida.
"Se trata de la secuencia más larga de esta época encontrada en la Península y una de las más detalladas que se conocen. Durante este intervalo temporal los nearderthales frecuentaron la cavidad y dejaron allí no sólo sus instrumentos líticos (la industria denominada Musteriense), sino también los restos de animales que consumieron y otras evidencias de sus distintas actividades, lo que supone información sobre sus modos de vida durante la primera mitad de la última glaciación. Además, cuando la cueva no era habitada, hienas, lobos y leopardos la utilizaban como cubil, añadiendo los fragmentos de sus presas a los huesos abandonados por los nearderthales", explica el museo.
Astrolabio granadino
Procedente del Albaicín, de bronce fundido y un diámetro de 18.5 cm esta pequeña joya del museo granadino, el astrolabio de Granada, uno de los cuarenta que se conservan en el mundo, era el instrumento con el que "los musulmanes hacían sus cálculos astronómicos y astrológicos".
"El astrolabio parece ser un invento de la escuela de Alejandría, tal vez de Hiparco o de Ptolomeo. El vocablo astrolabio significa comprensión de los astros. Es un instrumento de precisión que se utilizaba como observatorio y como ábaco de cálculo astronómico".
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