Del zurrón al GPS: llega el pastor del futuro
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La profesión apuesta por conjugar tradición e innovación para sentar las bases de lo que será su labor en el futuro
Granada/Pese a tratarse de una profesión en declive sostenida fundamentalmente por el relevo generacional, el pastoreo pastoreosigue siendo una actividad esencial que en los últimos años ha decidido apostar por adaptarse a los tiempos conjugando tradición e innovación para sentar las bases del que será el pastor del futuro.
Y en esa tarea juegan un papel decisivo las Escuelas de Pastores repartidas por distintos puntos de España, como la de Andalucía, que lleva una década formando y capacitando a nuevos ganaderos para que se incorporen a un sector cada vez más competitivo y profesional pero que arrastra duras condiciones de trabajo.
Francisco de Asís Ruiz, director de la Escuela de Pastores de Andalucía, ha explicado a EFE que esas circunstancias, en ocasiones el principal motivo por el que los jóvenes rechazan dedicarse al campo, están cambiando con la ayuda de las nuevas tecnologías, que hoy día permiten "programar un poco el trabajo y tener días libres".
Pone como ejemplo el uso, cada vez más habitual, del GPS, que a través de una aplicación permite al pastor tener localizado en tiempo real desde su móvil al rebaño, de modo que si el ganado se sale de la 'finca virtual', recibe un aviso del teléfono.
También hay cada vez más programas de gestión e incluso prototipos de drones para conocer en cada momento dónde están los animales, ha señalado Ruiz, para quien la introducción de todas estas innovaciones supone para el pastor ganar en calidad de vida.
"La imagen bucólica del pastor tirado en la montaña va a desaparecer", ha augurado.
Coordinada por el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (Ifapa), la Escuela de Pastores de Andalucía ofrece formación especializada sobre la ganadería extensiva.
Cuenta con un programa formativo de cuatro meses sobre el manejo de los animales, la economía de la granja y los aspectos medioambientales de una actividad que sigue siendo esencial porque genera alimentos, ayuda a combatir la despoblación en las zonas rurales y contribuye a la prevención de incendios con la vigilancia del territorio o a la preservación de las razas autóctonas.
La Escuela de Pastores también ofrece una parte práctica en la que los estudiantes se trasladan a explotaciones ganaderas y acompañan a profesionales (pastores tutores previamente formados en didáctica) durante seis semanas.
Una de las peculiaridades de la escuela andaluza de pastores es su carácter itinerante: Cada año cuenta con una nueva sede en algún territorio andaluz donde la ganadería pastoral tiene un papel importante.
El perfil del alumnado responde al de un joven de entre 18 y 30 años: hombre en el 55% de los casos y mujer en el 45%, al menos en esta última edición del curso, ha detallado Ruiz, que resalta la presencia cada vez mayor de mujeres que deciden adentrarse en este mundo habitualmente copado por hombres.
En torno al 80% de los estudiantes ha tenido contacto con la ganadería por proceder de familias dedicadas tradicionalmente a ello, mientras que entre el 15 y 20% suele ser gente sin apenas contacto con el campo pero que se siente atraída por el mundo rural.
Generar empleo es la principal razón de ser de las Escuelas de Pastores, y en el caso de la andaluza, la tasa de incorporación se sitúa, en función de la edición, entre el 50 y el 90% -o bien como propietarios de la explotación familiar propiciando así el relevo generacional, o bien trabajando como nuevos pastores-.
En un país como España, que con 16 millones de cabezas (hoy mermadas) aporta el 19% del censo de la Unión Europea ocupando el segundo lugar tras Reino Unido, según un estudio del Ifapa, la formación profesional del pastoreo arrastra una larga tradición.
Sus inicios se remontan a hace más de 20 años con la creación, en el País Vasco, de la primera Escuela de Pastores, a la que siguieron otras como las de Andalucía, Cataluña, Asturias, Extremadura, Aragón o, más recientemente, Murcia.
Pese a tratarse de una profesión en declive, en las zonas rurales sigue habiendo demanda de gente joven que busca mantener la tradición familiar a través del relevo generacional, e incluso de personas ajenas a este ámbito laboral que deciden sumarse a él porque sienten "la llamada del campo".
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