Vestir de mantilla en Semana Santa: todo lo que debes saber para hacerlo bien y según la tradición
Descubre su origen, su tipología y el ritual que debemos seguir a la hora de vestir de mantilla
Vestir de mantilla una reivindicación de las raíces y también de la vanguardia en la Semana Santa de 2021
La Semana Santa de este año vuelve a ser de lo más atípica, pero, a pesar de que nos hemos vuelto a quedar sin procesiones, muchas mujeres se han animado a vestirse de mantilla, ya que no es necesario que las imágenes procesionen para ello. Vestirse de mantilla en Semana Santa es sinónimo de luto, respeto y tradición, por eso muchas mujeres las llevan a la hora de visitar los templos durante la mañana del Jueves Santo y el Viernes Santo. Esta Semana Santa, huérfana de procesiones, presenta muchas más libertades (siempre con precaución) que el pasado 2020 y poder vestir de mantilla para visitar los templos es una de ella.
Teniendo en cuenta todas las medidas de seguridad y los protocolos para prevenir contagios por Covid 19, vestir de mantilla esta Semana Santa es una realidad que diseñadores y artesanos han querido impulsar. Si hace unos días el centro de la ciudad se llenaba de mujeres vestidas de mantilla (dentro de la iniciativa Sí mantilla), ahora son las propias sevillanas la que sacan sus peinas y mantillas, que han pasado de generación en generación, y se preparan para llevar a cabo una de las tradiciones más arraigadas en la cultura popular.
Si has decidido vestirte de mantilla esta Semana Santa o si lo que quieres es adentrarte en los orígenes de esta bonita y arraigada tradición, aquí te contamos todo lo que debes saber a la hora de vestir de mantilla en Semana Santa.
El origen de la mantilla en España y su popularización
Aunque se desconoce su origen exacto, todo apunta a que la religiosidad y el clima influyeron en el nacimiento de la mantilla. El frío invierno y las elevadas temperaturas al llegar la época estival obligaban a las mujeres a cubrir sus cabezas. Las fuertes creencias religiosas y el respeto al entrar en los templos las animaban a utilizar un velo para taparse las sienes.
De ahí que su uso se diera mayoritariamente entre las mujeres de las clases más populares. Fue la reina Isabel II la que hizo de esta prenda un símbolo de distinción entre las clases nobles en el siglo XIX. Aficionada a las diademas y tocados, la monarca comenzó a lucirlas, popularizándolas entre las damas de la corte.
Tan arraigado estaba su uso, que muchas mujeres españolas las emplearon para manifestarse contra Amadeo de Saboya, cuyo reinado en España fue sólo de dos años. Pero a finales del siglo XIX y principios del XX su extendido uso entró en declive y la mantilla pasó a ser una prenda exclusiva de la Semana Santa, los toros y las bodas.
Tipos de mantilla y sus diferentes encajes
Dividida en grupos, la mantilla puede ser rectangular (o de velo de toalla), rondeña (o de empanadilla), de pico (la más elegante y cuyo uso popularizó Eugenia de Montijo) o madroñera (muy típica de Ronda). Cada una de ellas puede presentar un tipo de encaje diferente; bien de bolillo, bien de aguja. De entre todos los tipos de encaje, el más popular en la mantilla es el de blonda que, además, da mucho juego a la hora de colocarla.
Pero, ¿qué es una mantilla sin una buena peina? Éstas tienen su origen en los peinecillos con los que las mujeres recogían sus cabellos. Durante los años veinte los peinecillos aumentaron de tamaño y dieron paso a las peinas, antaño de carey, actualmente de celuloide. Con independencia del material, se recomienda guardarlas en cajas de cartón con papel de seda blanco, con una especie de horma de cartón para que no pierdan la forma durante su almacenamiento.
Cómo se coloca una mantilla y su peina
En primer lugar y para su fácil colocación, se realiza un recogido bajo y sobre él se colocan un par de peinecillos enfrentados. Sobre ellos, cuando estén bien fijos, se coloca la peina. Una vez colocada, se pone la blonda sobre la cabeza (en función de la tipología se colocará de una u otra forma sobre la cabeza) y se fija con un par de horquillas (es importante que no se vean, por eso pueden ser horquillas de moño).
Para finalizar, se cogen tres pliegues pequeños de la blonda por detrás y se coloca el broche. Es importante tener en cuenta que la peina no debe estar ni muy delante ni muy detrás, que mientras menos horquillas mejor -para que la peina no sufra- y que el broche debe colocarse justo donde ésta acaba.
Cómo debe ser el vestido y sus complementos a la hora de vestir de mantilla
El vestido que escojamos debe ser discreto y sobrio, hay que recordar que la mantilla representa el luto. Siempre es mejor elegir un vestido de una pieza que elegir un conjunto de traje o falda y camisa y la prenda que escojamos debe ser negra, sobria y de corte sencillo. El vestido quedará mejor con la mantilla si evitamos los encajes o los tejidos con muchos detalles. Siempre debe cubrir los hombros y no debe tener un escote pronunciado, transparencias o tirantas.
Las mangas, largas o francesas. Si elegimos llevar guantes, que sean de terciopelo, de raso o de rejilla. A la hora de elegir las medias, debemos apostar por unas negras y de cristal (ni tupidas ni transparentes ni de fantasía) y combinarlas con un salón negro de diseño sencillo y tacón medio (la comodidad y la posibilidad de andar sin matarnos es clave).
En el caso de accesorios como los pendientes, es preferible apostar por unos sencillos y discretos de largo medio, que podremos combinar con otras piezas, también sencillas y discretas. En cuanto al bolso, olvida las tendencias de primavera y apuesta por un bolso pequeño y discreto tipo clutch.
Los errores que no se deben cometer a la hora de vestir de mantilla
- Escoger una mantilla demasiado larga o demasiado corta para nuestra estatura.
- Llevar un vestido muy escotado o de palabra de honor.
- Vestir prendas sin mangas.
- Llevar el bajo del vestido o la falda demasiado corto.
- No llevar medias o llevarlas transparentes, color carne, tupidas o de fantasía.
- Escoger una mantilla no adecuada para la ocasión como una de madroños o con adornos.
- Llevar una peina clara.
- Calzar tacones demasiado altos o llevar plataformas.
- Dejar el pelo suelto.
- Combinar la mantilla con complementos llamativos, coloridos o estridentes.
- Acompañar el pelo o el vestido con claveles rojos.
- Llevar un bolso muy grande o colgarlo del hombro.
- Optar por un maquillaje llamativo o demasiado oscuro.
- Llevar colgantes de perlas.
- Llevar prendas o complementos con muchos adornos.
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