El acceso de los periodistas al Nuevo Los Cármenes en los últimos partidos del Granada ha sufrido una pequeña modificación. Una vez dentro de la instalación ya no se pasa por la sala de prensa para acceder a las posiciones de ‘la canallesca’ en la grada, sino que se sube por una escalera interior para evitar atravesar la citada sala de prensa.

El motivo es que hora y media antes de los partidos Sandoval y sus jugadores se reúnen en ese lugar, donde el técnico da a conocer el once y se produce la última charla motivacional previa al encuentro. Esto provoca también otros cambios en la rutina anterior previa a cada encuentro, como que el equipo llegue al estadio antes de lo que lo hacía de forma habitual y que los jugadores no salten al césped antes de pasar al vestuario a cambiarse.

Sea por convicción, por superstición o por simple intuición, lo cierto es que ‘la previa’ se ha repetido en los dos últimos partidos jugados por el Granada en casa, en los que ha logrado ganar al Alavés y a Osasuna para enlazar la mejor racha de resultados como local de todo el curso.

Los números no engañan

Los números, esos que no engañan, han demostrado que Sandoval ha logrado que el equipo rinda mejor que con Paco López y con Cacique Medina. El problema es que lo ha hecho demasiado tarde, cuando el agua del descenso está ya por encima de la barbilla, cuando perder la categoría de forma matemática es cuestión de pocas jornadas.

De hecho, desde el pasado partido ante Osasuna cada encuentro es una bola de descenso numérico en contra, y será así hasta que se produzca el triste desenlace.

Visto el rendimiento del equipo en los tres últimos partidos, la pregunta que se hace todo el mundo es qué hubiera pasado si Sandoval llega antes al banquillo del Granada, si el equipo tendría a estas alturas de curso opciones reales de permanencia, dónde estaría si no se extiende tanto la penosa andadura de Medina y el madrileño hubiera aterrizado unos encuentros antes.

La tabla tampoco engaña

Porque lo ha hecho tan bien el Granada en estas tres últimas jornadas, que los más optimistas, que en la familia rojiblanca nunca faltan, hasta vuelven a mirar el calendario, piensan que aún es posible el milagro de la permanencia, pese a que el Granada está a diez puntos del Celta con quince en juego y a que, sin ir más lejos, puede ya bajar en el partido del próximo domingo en Sevilla.

Ven el vaso medio lleno y, aparte, un enfrentamiento directo entre ambos en el Nuevo Los Cármenes, un Celta con un calendario exigente, un Granada que puede enfrentarse a Real Madrid y Girona con los rivales sin jugarse nada, un Cádiz de capa caída… ven el vaso medio lleno y, aunque parezca mentira, todavía ven opciones de salvación.

Lo que más gritó la grada el pasado domingo en el partido contra Osasuna fue “Batalla quédate”, cánticos correspondidos por el guardameta pese a estar el partido jugándose con gestos de agradecimiento. El Granada jugará el año que viene en Segunda y tardando están los dirigentes en formar el equipo lo más competitivo posible, empezando porque la renovación del guardameta sería un puntal clave para tener una de las cosas más importantes que es necesaria en la categoría de plata: un portero en condiciones.

Victorias descendido

Lo de ganar cuando es tarde parece algo inherente esta campaña a los equipos granadinistas, ya que el Recreativo ha enlazado dos victorias seguidas una vez que ha descendido. Es una curiosa manera de reivindicarte cuando pierdes la categoría, una extraña forma de decir que no eres tan malo después de demostrar en la clasificación que tu temporada ha sido lamentable y ridícula.

Aquí también es ya tiempo de planificación para la campaña de Segunda RFEF, tiempo de que el club se deje de fichajes exóticos de representantes amigos y monte un filial con gente joven y de la cantera, dando cabida en una categoría menos exigente a los muchos y buenos jugadores juveniles que cada temporada cumple en el División de Honor.