Literatura

Don Geraldo Brenan, el hispanista que conoció a Lorca y heredó su visión del duende

Gerald Brenan en su etapa de madurez.

Gerald Brenan en su etapa de madurez. / Archivo

El hispanista británico Gerald Brenan, 'don Geraldo' como era conocido por sus vecinos, fue un gran aficionado al flamenco que además expresó su preocupación por lo que consideraba una pérdida de pureza, una posición en la que compartió algunos planteamientos con Federico García Lorca. "En Brenan esa postura está presente por la herencia lorquiana que recibió sobre el flamenco. Se conocieron en Granada en 1923, cuando ambos eran prácticamente unos chiquillos, y le siguió los pasos, porque su manera de pensar es una continuación total de la de Lorca", afirma en una entrevista el periodista e investigador del flamenco Francis Mármol.

Era una época, los años 20, en que "está triunfando en España la ópera flamenca, un tipo de espectáculo que funcionó muy bien en plazas de toros y demás, y un producto más enfocado a atraer al gran público y que no abusaba de los cantes más complejos y difíciles de escuchar". Precisamente, cuando Lorca organiza con Falla en 1922 el Concurso de Cante Jondo del Generalife, "busca el protagonismo de los cantes que él está escuchando y que no tienen cabida en las óperas flamencas, lo mismo que pregonaba Brenan", apunta Mármol, que ofrece este miércoles una ponencia en Málaga sobre la relación del hispanista con el flamenco.

Retrato de Geral Brenan. Retrato de Geral Brenan.

Retrato de Geral Brenan. / Archivo

Yegen

El hispanista había conocido "un flamenco muy puro" durante su estancia en Yegen, una zona "muy incomunicada" en la Alpujarra granadina, y existen numerosas referencias en su libro Al sur de Granada. "Continuamente menciona que escuchaba en su casa una guitarra de fondo desde cualquier plaza y que iba con amigos a fiestas, en una de las cuales conoce a quien a la postre sería la madre de su única hija, que era bailaora, por lo que Brenan entronca con el flamenco por vía carnal", bromea Mármol.

También hay referencias escritas de un viaje a Sevilla en el que frecuentó cafés cantantes como el Kursaal, en la calle Sierpes, y "se enamoró de la bailaora Lolita Beltrán, un amor platónico, porque él lo intentó pero ella no le dio cabida, y Brenan, que en esa época era bastante ligón, se fue con esa espina clavada".

Brenan vinculaba además su purismo con su fascinación por los gitanos, "porque entendía que eran los herederos de la vieja tradición, que él no relacionaba con lo morisco, la tendencia que había en esa época, y más bien se iba hacia un origen mediterráneo". "Es bastante moderno en ese sentido, porque tendencias musicales posteriores han apuntado a la influencia de zonas mediterráneas como Grecia, y es curioso que, sin ser especialista ni musicólogo, Brenan está orientado y sabe de lo que habla", señala Mármol.

El escritor británico también sostenía que el hecho de que el flamenco se escuchara en teatros y cafés cantantes "era una pequeña perversión, porque perdería su lado salvaje y se convertiría en una cosa más del gusto del público que de las minorías que han querido siempre capitalizarlo". 

Duende

Brenan se atrevió, además, a intentar explicar lo que es el duende, otro aspecto más en el que estaba influenciado por Lorca. "Como consumidor habitual de flamenco, Brenan veía que se producen situaciones poco comunes que convierten un recital espontáneo en un momento en el que todo el mundo se siente atravesado por una copla. A eso había que ponerle un nombre y se crea este fenómeno del duende de Lorca, que Brenan también compra". Pero hay más, porque Mármol se plantea si incluso San Juan de la Cruz, al que Brenan tanto estudió, tiene para el hispanista "mucho de flamenco". "Al final, San Juan de la Cruz también estaba bebiendo de las formas populares, que tomaba para la poesía escrita, y esa música que tiene el pueblo puede llegar a manos cultas y luego volver a convertirse en canción y volver a ser del pueblo", explica. Este investigador cree que "Brenan y Lorca se equivocaban dividiendo las posibilidades, porque la poesía es buena o es mala, y si es buena llegará a manos cultas, como ocurría también en el Siglo de Oro con Lope de Vega". Gerald Brenan mantuvo la opinión de que "el flamenco auténtico que a él le gustaba se había perdido y en ese momento había otra cosa, por lo que se sentía nostálgico", según Mármol. 

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