Citera

Se da mucho en el amor o en el trabajo. Siempre la ilusión, si esta es vana, se desportilla como una taza barata

El otro día soñé que James Mason me enseñaba mi habitación de hotel. Él era el conserje, o el gerente, o una mezcla tal vez psicopática de ambos, como el Norman Bates de Psicosis. De hecho yo pensaba en el sueño que, pese a ser parte de él, yo lo que hacía era ver una película de Hitchcock en la que yo actuaba. En varias ocasiones pensé que no la había visto nunca, que no había sabido tampoco nada de ella, como si de pronto alguien hubiera descubierto latas de celuloide ocultas en un desván.

La historia está llena de estos descubrimientos. La maleta mexicana de Capa. Las fotos de Vivian Maier. El cajón que el hijo de Salinger dice que está lleno de novelas de Salinger. Nos hacen falta estas verdades por desvelar, tal vez porque nos aburre la vida o porque no la terminamos de entender, pero no siempre es bueno saber la verdad, porque a veces hace del pasado algo menos agradable, como deja clara la etiqueta “Ahora 100% carne de pavo” en los paquetes de pavo loncheado.

Permítanme una larga cita de George Wheler, un británico que en el siglo XVII viajó a Grecia. Tras su visita a Citera, una isla entre el Peloponeso y Creta y, según la tradición, tierra natal de Afrodita y Helena, Wheler dejó escrito: “Si hemos de formarnos una idea de este lugar por la fama de estas beldades, nos figuraríamos que es uno de los lugares más encantadores del mundo. Pero, por el contrario, en su mayor parte es un terreno yermo, rocoso y montañoso, mal habitado, y no puede jactarse de producir abundancia de nada, ni grano, ni vino ni aceite, lo que indudablemente llevó a Venus a cambiar su país natal por Chipre, y a Helena a desear ser robada y conducida a las agradables llanuras del continente. Las beldades que ahora produce las desconozco, pues no recuerdo haber visto ni una sola mujer”.

El problema, obviamente, no es de Citera, sino de Wheler, pero reconocerán que todos tenemos nuestras propias Citeras. Se da mucho en el amor o en el trabajo. Siempre la ilusión, si esta es vana, se desportilla como una taza barata. Ahora han estrenado en cines la última Palma de Oro, Anatomía de una caída, que sigue paso a paso la investigación de una muerte, no sabemos si por asesinato o suicidio, y al mismo tiempo desgrana las intimidades de un matrimonio que, como suele ocurrir en estas historias, huele a podrido. Pasa en series como Broadchurch o en películas como Fuerza Mayor, que ganó dos premios en el Festival de Sevilla: la investigación de la muerte es la investigación de la vida. Se busca a Venus, se llega a Citera. Que es como decir que nacemos.

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