La Feria

Cuando 'Lo Malo' es lo mejor

  • La canción de Ana y Aitana, la gran triunfadora de las noches en las casetas de un recinto trufado de jóvenes dispuestos a bailar hasta el amanecer

Una francesa, una valenciana, una gallega y un venezolano a las tres de la mañana en pleno recinto ferial de Almanjáyar, ¿qué es lo que están haciendo? Parece el inicio del típico chiste 'malafollá', pero cualquiera que entienda sobre este noble arte sabe que nunca podría ser así sin la sevillana ni la motrileña. Más bien, si acaso, sería una pregunta retórica. Porque la respuesta es más que obvia. A las tres de la mañana una francesa, una valenciana, una gallega y un venezolano sólo pueden estar haciendo una cosa en el recinto ferial de Almanjáyar. Quemar la noche. Y es que el Corpus, más que una feria, es un estado de ánimo. O dicho de otra manera. No se trata de salir, sino de 'salir de Corpus'. Una expresión muy 'granaína' que másteres, Erasmus, intercambios y movilidades varias en la UGR han globalizado. Es lo bueno que tienen algunas titulaciones, que permiten tomarse un respiro porque no son de chaparse a estudiar.

Probablemente pocas situaciones dejen una sensación de zozobra mayor que ver cómo te echan de una discoteca encendiendo las luces. Que lo hagan en una caseta entre hierros y una carpa de plástico simplemente debe ser demoledor. Y si ya el 'egresado' en cuestión también tiene que ver cómo le encienden la iluminación del ferial, la sensación debe ser como darse cuenta horas después de que se ha entrado en la caseta que más rechazo le genera. Agréguese a todo lo anterior que dicha persona seguramente lleve unas copas de más, tiene el estómago vacío desde hace horas y ha de coger un taxi para llegar a casa. Sume, reste, multiplique, divida, haga raíces cuadradas… Tradúzcalo a números e interprete los resultados. La broma no le ha salido por menos de 50 euros, pero el Corpus es como esa lluvia de perseidas que conquista los sentidos; que sólo pasa una vez al año. Más de uno tendrá que recortar en cosmética para poder permitírselo el que viene.

Eso sí, sus noches son de todo menos románticas. El grado máximo de romanticismo en el albero de la zona norte es escuchar a Enrique Iglesias aquello de "Vámonos 'pal' baño". Poca broma porque las colas para entrar en uno no se terminan nunca. El 'chunda chunda' es religión entre ese mar de plástico. Pero hay que tener en cuenta que en la calle del Infierno, la de los columpios, quien le pone banda sonora a las vueltas que desafían la ley de la gravedad es Camela. Así que, como diría Joan Laporta, "al loro, que no estamos tan mal". Normal que muchos a la mañana siguiente opten por ir a entrenar al gimnasio pese a la resaca nocturna.

Para muchos, las noches de Corpus han comenzado y terminado en el tren más esperado de la última década, que no es el de la bruja, sino el Metro. Desde el miércoles hasta ayer mismo, el suburbano estuvo funcionando las 24 horas del día dejando imágenes verdaderamente inusuales. Son las 21:30 horas y en muchas casetas ya es imposible buscar sitio para cenar. Así que algunos se van directamente a un puesto de venta ambulante en busca de un kebab, perrito caliente, hamburguesa, pizza o refrito cualquiera que llene el estómago. Otros directamente calientan motores en Gonzalo Gallas antes de subir. Las atracciones están a rebosar, las casetas hasta los topes y los taxis no paran de hacer carreras. Aquí todos ganan. Comienza lo bueno, aunque la canción que más ha triunfado este año precisamente se llame 'Lo Malo'.

Desde el 'Downtown' de los columpios, muchos suben a la 'zona cero' del descanso. La caseta de El Meneíllo está hasta los topes. No cabe ni un alfiler. Se salta, se baila y se exhortan frases con doble sentido que ruborizan hasta al más pintado. Consumiciones a un precio asequible y un ambiente diverso son sus principales atractivos. En esas también se mueve La Pecera, experta en mojitos. Pero si hay dos espacios que concitan la atención de la mayoría, esos son los de la Caja Rural y la Casa de Motril. La primera con sus temazos interminables, sí; pero con colas también kilométricas. La segunda tiene una fórmula infalible. Se llama palito de ron Pálido y es una máquina de hacer dinero (sin intención de pareado). Entra como el agua, y de hecho sabe a zumo, pero si se abusa puede llegar a salir como espina por boca del Gato Comilón, alias 'ay, que te como'.

Avanza la noche y el calzado de todos los que deambulan por el ferial tiene un denominador común, el ocre del albero impregnado en zapatos, zapatillas, tacones y sandalias. "¡Mariano!", vocifera una joven simulando buscar a Rajoy. El resto: alguna camisa rota, muchas risas, besos apasionados y otros frustrados. Pero así es la people, que diría aquella. Ya nadie tiene ganas de mover el esqueleto salvo en la caseta de Las Américas; donde se ha colado alguna 'turista' norteamericana. Allí sigue el venezolano, ahora con lo que parecen ser dos lugareños. Pues debía ser un chiste sí, porque en esa carpa los 'granaínos' son los más torpes de todos. La francesa, la gallega y la valenciana ya se han ido. Y el Corpus dice adiós. Pero no es una estrella fugaz. El año que viene volverá a salir el sol… O mejor dicho, a ponerse.

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