En el corazón de la Alhambra, el Patio de los Arrayanes es una de las imágenes más reconocibles de Granada y una de las joyas de los de los Palacios Nazaríes. Este testimonio vivo del esplendor del arte islámico, se caracteriza por su gran alberca central rodeada de setos de arrayanes, de ahí su nombre. Magnífico ejemplo de la arquitectura de la última dinastía musulmana que gobernó en la península ibérica antes de las conquista cristiana, la lámina de agua de su amplia piscina rectangular es un elemento crucial porque refleja el cielo y los pórticos situados en los lados menores creando un efecto visual deslumbrante. Este juego de espejos protagoniza buena parte de las fotografías de casi todos los millones de turistas que circulan cada año por sus marmóreos suelos, pero desde principios de octubre hasta ahora las instantáneas y selfis han capturado un elemento disruptivo: los trabajos de restauración que se han estado desarrollando para recuperar el esplendor de la fuente norte que la surte de agua.
El surtidor
En pocos más espacios se puede apreciar toda esa simbiosis islámica entre arquitectura y naturaleza, pero la conservación de un espacio como el Patio de los Arrayanes no está exenta de desafíos y el que ha afrontado durante estos meses el Patronato de la Alhambra y el Generalife para compatibilizar los trabajos de preservación con las visitas diarias es sin duda uno de ellos. La exposición a los elementos naturales, la erosión y el desgaste causado por el paso del tiempo requerían una intervención urgente que comenzó casi inmediatamente después de los actos de la reunión de los jefes de Estado o Gobierno de Europa que se celebró en Granada.
Este mismo jueves se colocaba el surtidor, una pieza creada ex profeso con un sistema interior para poder regular el caudal de presión de agua que se vierte silenciosamente en la alberca tras discurrir la por taza y la ménsula de mármol. Se trata de una delicada pieza de orfebrería que es una réplica exacta del que hay en la vecina Sala de Dos Hermanas y ha firmado la fundición granadina Moliné Segovia, autores también de algunas de las piezas escultóricas más famosas de la ciudad, como varias de las estatuas de la Avenida de la Constitución, el Monumento al Viajero, la Fuente de las Granadas o la del jinete que corona la fachada del Ayuntamiento.
Tras la cumbre, el Patronato de la Alhambra y el Generalife inició el procedimiento para restaurar la fuente. Según se indicó cuando la Junta hizo pública la licitación del contrato, el coste alcanzaba los 49.544 euros y el objetivo era claro: restaurar cada uno de sus elementos para "frenar, en lo posible", el deterioro que manifestaban y "asegurar su permanencia en su lugar original".
La intervención
Durante estos meses la actuación ha abarcado el tratamiento de la fuente, pie de apoyo y solería adyacente y se ha ido avisando puntualmente al público para evitar sorpresas en la visita. Tras un estudio analítico previo y la eliminación de capas de cal, se ha realizado a una limpieza con láser por el procedimiento de fotoablación y se han retirado musgos, líquenes y algas para proceder a la consolidación de elementos. Tras sellar las fisuras y grietas, se han reintegrado algunos elementos. "Se ha eliminado toda la costra de suciedad de alrededor. Además, el mármol estaba sufriendo procesos de arenización y presentaba un aspecto poroso. Tanto la piquera como la taza tenían perdidas volúmenes y aspecto granulométrico" explica el jefe del Servicio de Conservación del monumento, Antonio Peral, sobre el estado previo a la intervención.
Uno de los elementos que más erosión había causado era el cloro, con el que se trataba el agua hasta épocas relativamente recientes. Eso generaba muchas patologías en una pieza con más de un siglo de antigüedad, aunque es difícil datarla con exactitud. "Aquí todo es original, lo que depende es de la época en la que se haya colocado. Al menos desde que se tiene conocimiento por documentación fotográfica, desde 1850, se encuentra colocada esta fuente que ha llegado hasta nuestros días", comenta Peral.
Aunque el plazo inicialmente fijado era de cuatro meses, el proceso se ha prolongado durante seis y ha dejado algunas estampas inusuales de la emblemática alberca central sin agua. Ese vaciado durante unas cuantas semanas era necesario para poder restaurar en su totalidad la fuente y el pie que apoya la ménsula o canalización de mármol que vuela sobre la alberca. "Ha sido un proceso artesanal con alguna interrupción. No nos podíamos meter en el invierno porque no conviene para el fraguado de los morteros de restauración así que empezamos inmediatamente después de la Cumbre", agrega.
El agua
Estas tareas de restauración que se han llevado a cabo en el conjunto del surtidor del Patio de los Arrayanes para devolverle la integridad física y estética han implicado el corte del suministro de agua, una tarea más compleja de lo que podría parecer dado el intrincado sistema de canalizaciones y riegos que conecta las estancias y jardines de todos los espacios de la Alhambra. Así lo explica el jefe del Servicio de Jardines, Bosques y Huertos, Javier Sánchez.
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