Confesiones virtuales

Tú le envías al cura un audio relatando tus transgresiones personales y él te envía por el mismo sistema la penitencia

Dicen que la inteligencia artificial nos va a quitar el trabajo a los periodistas. Que le vas a dar cuatro datos a una máquina y ésta te va a escribir una crónica. Perdonen, pero eso se hacía ya hace años. Un día fui a entrevistar a un viejo periodista granadino llamado Gonzalo de la Torre y me explicó lo que en periodismo se llamaba ‘hinchar el perro’. Se hinchaba el perro cuando a la redacción llegaban cuatro datos sobre un suceso, por ejemplo, y el periodista, con inteligencia natural, escribía una crónica llena de detalles y matices. El télex escupía: “Accidente de tren en Almansa. Albacete. Seis de la tarde. Ocho víctimas mortales y una centena de heridos”. Con tan pocos datos el periodista tenía la obligación de escribir una noticia que ocupara al menos media página. Si había que hablar de los zapatos que se hacen Almansa, se hablaba. Y si había que contar otros accidentes de tren, para eso estaba el archivo. El caso era rellenar el espacio, o sea, ‘hinchar el perro’, que es lo que hace ahora la llamada Inteligencia Artificial.

En Granada tenemos el ejemplo de un visionario que se barruntaba cómo iba a ser el futuro de otra profesión: la de sacerdote. Francisco Suárez, o el Padre Suárez, del que todos hemos oído hablar por el popular instituto que lleva su nombre en Granada, fue un importante filósofo, teólogo y jurista que repartió sus doctrinas e ideas por todo el mundo. Como buen granadino, también un polemista importante porque estaba dispuesto a discutir por todo lo establecido que podía ser modificable. Una de sus ideas, que lo llevaron a rendir cuentas ante el Vaticano, fue sobre la confesión a distancia. Él consideraba que se podían perdonar los pecados sin estar el confesor delante. Eso se hace ahora. He leído que en Italia ya hay gente que se confiesa on-line e incluso por ‘guasap’. Tú le envías al cura un audio relatando tus transgresiones personales y él te envía por el mismo sistema la penitencia. Y ahora que viene la Inteligencia Artificial lo más probable es que pongan en los confesionarios curas virtuales que utilicen algoritmos con tus vicios y deslices para darte la absolución. “Padre me acuso de que soy adicto a las redes sociales y que abandono mi trabajo y mi familia porque estoy enganchado al móvil”, dirá el penitente. “No te preocupes hijo, escribe tu historia anunciando tu arrepentimiento, la subes al muro de Facebook y me etiquetas”, le contestará la voz metálica del cura. Miedo me da el futuro.

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