La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

Extraños en un tren

Charlas distendidas en el vagón y abrazos entre políticos de distinto color. ¿Qué está pasando? ¿Están desfondados? 

Viaje inaugural del tren Málaga a Granada

Viaje inaugural del tren Málaga a Granada

Han sido unos días extraños para el espectador de la política en Granada. En un mundo ideal, lo ocurrido sería rutina. No debería de tener nada de raro ver a los representantes de distintas instituciones, con diverso color político, charlar de forma cordial y relajada mientras viajan en los asientos contiguos de un tren, como hicieron el pasado lunes el presidente de la Junta, Juanma Moreno y el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, sentados frente al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y a poca distancia del presidente de la Diputación de Granada y secretario general del PSOE de Granada, José Entrena. Entre otros muchos alrededor, como la consejera de Fomento, Marifrán Carazo.

No es de extrañar que todos quisieran estar en el viaje inaugural de la nueva línea de tren de alta velocidad Málaga-Granada, aunque el primer trayecto de verdad, el que salió de Granada tan temprano que casi no había amanecido, iba sin políticos, solo con periodistas y con viajeros auténticos. En cualquier caso, lo más curioso de esa excursión de 70 minutos plagada de cargos públicos fue observar las imágenes de todos ellos juntos, relajados y algo revueltos en tan poco espacio. Hasta parecía que había asientos cremallera (PP-PSOE-PP-PSOE).

Esto ocurrió el lunes, pero hubo más momentos así en Granada a lo largo de la semana. Como una reunión de alcaldes de distintos municipios y partidos gobernantes para ampliar el servicio de taxi metropolitano conjunto. O la visita del consejero de Salud. La Junta y el Ayuntamiento de Granada presentaron el proyecto para hacer un nuevo centro sanitario junto al Estadio de la Juventud y ahí, en mitad del terreno donde se levantará el edificio, Jesús Aguirre vio llegar a alcalde de la ciudad, Paco Cuenca, y se fundió en un abrazo con el socialista.

¿Qué está pasando? Acostumbrados a los habituales espectáculos en las diversas sedes parlamentarias y a los discursos cargados de tensión, todo esto parece sacado de otro tiempo o de ese mundo ideal. Se me ocurren diversas explicaciones, ninguna de ellas malévola y hasta un poco naif. La más primaria es la humana. Algunos de los protagonistas de estos cariñosos saludos y distendidos encuentros han sufrido días de mucha tensión y todo cuerpo tiene un límite. Acababa de terminar el Congreso del PP en Sevilla, donde el presidente andaluz y muchos de su partido se jugaron el futuro político. El consejero de Salud no ha ganado en los últimos tiempos para polémicas sobre la violencia intrafamiliar y sus supuestas carantoñas a Vox. Y para qué vamos a recordarle al alcalde de Granada los días que debe de llevar preguntándose si el lío de las tapas gratis en el que se ha metido y con el que está dando la vuelta a España le puede perjudicar más que ningún otro asunto de verdadero calado. Así que es posible que estuvieran todos sensibles y desfondados.

También hay que pensar en el calendario político y electoral. En breve, muy breve, entre ellos habrá una contienda descarnada por los votos; pero en estos momentos, la batalla (según dicen, mucho peor) está en las sedes de los partidos. Es la hora de preparar listas electorales, de buscar el hueco en ellas y de ganar poder dentro de la propia organización para decidir sobre los nombres que aparecerán en las papeletas.

Alrededor de esta vieja idea política del enemigo en casa, y al observar las fotos de ese distendido viaje en tren, no pude evitar recordar a los protagonistas de Extraños en un tren, la popular novela de Patricia Highsmith que luego fue llevada al cine por Alfred Hitchcock. ¿Se acuerdan de Bruno y Guy? Aquellos dos compañeros de viaje aparentemente desconocidos y ese plan esbozado en el vagón para cometer los crímenes perfectos. Cada uno debía acabar con el odioso familiar del otro, así nadie podría imputarles responsabilidad alguna y ambos serían mucho más libres en sus respectivas vidas. Posdata y para que conste: No acuso a nuestros políticos de planear asesinatos mientras viajan en el tren.

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