El apartamento de Jack Lemmon

Los apartamentos turísticos son la moda, a riesgo de que el barrio árabe por antonomasia pierda a su propia gente

Estoy convencido de que si aún existiera el programa 1,2,3, responda otra vez, que creara Chicho Ibáñez Serrador, el cual ocupa túmulo en el cementerio granadino, el mayor premio del concurso televisivo no sería un apartamento en Torrevieja, sino un apartamento turístico en el Albaicín. Escribo esta ironía tras conocer la noticia de que una de las tabernas con más solera de Granada y que se encontraba en la calle Panaderos del Albaicín, ha cerrado sus puertas y el local será convertido en breve en uno o dos apartamentos turísticos. Es la moda. Las hordas de turistas así lo exigen y lo reclaman, a riesgo de que el barrio árabe por antonomasia de Granada vaya perdiendo su propia gente. Cada día hay más viviendas de allí reservadas a los turistas, que con los maletines con ruedas parece que el séptimo de caballería estuviera cabalgando por el empedrado característico de la zona. Pero no solo es el Albaicín, el centro de Granada también se está llenando de este tipo de locales, muchos de ellos sin legalizar. La dialéctica del sí o no al turismo masivo da más pereza que ir al gimnasio a hacer cincuenta abdominales diarios. Mientras hay voces que abominan de él, para los empresarios de hostelería nunca es suficiente el número de visitantes que llegan todas las semanas. En Santiago de Compostela, los lugareños ya están hartos de peregrinos, a los que llaman “los de la mochila y el palito” porque han llegado a desvirtuar una ciudad que se suponía sabia y acogedora y que ahora no es más que la vulgarización de miles de personas que llegan diariamente a hacerse selfis con la catedral al fondo, cuando no son presuntos influencers que van a hacer posturitas delante de la magna obra de mandó construir Alfonso II el Casto. He tenido noticias de que el auge explosivo del turismo está permitiendo a los grupos inversores construir nuevos hoteles en varias provincias españolas, entre ellas Granada. Aquí hay previsto que hasta 2025 se construyan 15 hoteles más, cuyo precio medio rondará los 150 euros la noche. La más seria competencia la tendrán en la gran cantidad de pisos y apartamentos que también se destinarán a acoger visitantes a un precio más módico y con más posibilidad de anonimato porque no habrá nadie que controle y se podrá acceder a él solo con un código que te envíen por guasap. Como el apartamento de Jack Lemmon pero en moderno. Así hasta convertir Granada en un parque temático hecho solo para turistas.

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