La Rayuela

Lola Quero

lolaquero@granadahoy.com

La caspa del viejo PP

La recogida de exmilitantes del PP como el edil de Albuñol relegan a VOX a un rincón que genera diferencias internas

Era el alcalde pero firmaba como Agente 5.000 cuando se dedicaba a poner multas de tráfico a los vecinos de su pueblo. Él, personalmente. Instaba a los policías locales a moverse en autobús público para ahorrar la gasolina de los coches oficiales; y amenazó con cerrar el Ayuntamiento por falta de dinero en la caja. Aunque lo parezca, no es el personaje de un guion de Rafael Azcona. Se llama Juan María Rivas y en 2011 fue regidor del PP en Albuñol, un municipio entre la Costa oriental granadina y la Alpujarra. Estos días su nombre ha dado la vuelta a España por sus declaraciones sobre el último crimen machista ocurrido en su pueblo: "Ramón tiene culpa y Trini tiene culpa". Y no son palabras sacadas de contexto, porque es el sentir claro de su intervención en el pleno municipal celebrado la misma tarde del día en que la pareja fue encontrada muerta por los disparos de escopeta de Ramón.

Las provocadoras palabras de Rivas no se quedaron esta vez entre las paredes del Ayuntamiento de Albuñol. Ya no representa al PP. Es concejal de Vox, un partido que pese a su reticencia a condenar la violencia de género, sorprendió al desautorizar de forma casi inmediata a su edil, que había sobrepasado cualquier línea moral, ética y políticamente aceptable. La parlamentaria andaluza Macarena Olona también rechazó públicamente este comportamiento, pocos días antes de anunciar su marcha de la política.

El discurso de Vox sobre el "hembrismo" y el negacionismo de la violencia de género guarda un equilibrio muy tenso y complicado para no superar ciertas líneas rojas cuando está dentro de las sedes parlamentarias, donde sus máximos dirigentes saben nadar y guardar la ropa. Pero no ocurre lo mismo en los plenos, las asambleas o las reuniones en las plazas de pequeños pueblos y ciudades medias de España, donde esas palabras pueden pasar de la provocación a lo "inadmisible", como lo definía la propia Olona. Pero no nos engañemos, el problema no está sólo en el peligro de un discurso con los límites muy difusos, también reside en las personas elegidas.

En su proceso de vertebración territorial para llegar a todos los rincones de España, como le ha ocurrido a otros partidos de la llamada nueva política, Vox ha ido recogiendo a personas salidas o rebotadas de otras formaciones con mucho más recorrido. Le ocurrió a Ciudadanos con muchos ex del PSOE o del PP. O a Podemos. No todos los que llegan a la sombra de unas nuevas siglas lo hacen por convencimiento ideológico, también los hay que en otros sitios no consiguieron dar salida a sus aspiraciones personales o que de forma discreta les enseñaron la puerta de atrás por determinados comportamientos.

En el caso concreto de Vox, además se puede decir que se ha quedado con la caspa del viejo PP. Sobre todo si volvemos a referirnos a todos esos lugares del territorio nacional donde abundan personajes tan propios del cine de Berlanga, que no es más que una caricatura de la España del siglo pasado.

Mucho se ha hablado sobre la necesidad que tiene el PP de volver a conseguir esa derecha unida y fuerte de la etapa de Aznar. Pero en los últimos tiempos las elecciones andaluzas fueron el mejor ejemplo- la realidad política está demostrando que si el PP quiere ampliar su espectro electoral por el centro, tener por la derecha a un partido para recoger a una parte de sus antiguos afiliados puede llegar a ser un enorme favor. Juan María Rivas es el paradigma. Con Ciudadanos en estado casi gaseoso, la propia existencia de Vox puede dibujar a un PP más centrado, europeo y orientado a este siglo.

El problema quizás lo tiene el partido de Abascal, que aspiraba a ser más transversal, pero los recientes resultados de las andaluzas lo han relegado a la misma esquina en la que se puede ver en el próximo ciclo electoral, sobre todo tras las generales. Después de unos años de mucha progresión, las aspiraciones de Vox se han estancado. Hay quienes sostienen desde dentro que necesitan modular sus posturas más extremas para ampliar su target. ¿Es la condena pública a las palabras de su concejal en Albuñol el ejemplo o el inicio de esa batalla? ¿Qué está pasando en Vox Granada, que en dos días ha vivido la renuncia de sus principales referencias?

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