Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Podemos puede?
En mitad de un páramo bastetano, entre decenas de furgones, agentes y perros bien adiestrados de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, se paseaba un gato oriundo, posiblemente extrañado de que alguien se acordara de cómo se llega hasta allí. Me cuentan que, como buen felino intuitivo, de primeras se mostró a la defensiva ante tal berenjenal, pero que solo hizo falta un gesto del boss para saber que todo estaba en orden. Nada menos que el presidente de todos los españoles, Pedro Sánchez, bajó la cabeza, se fijó en él y se agachó para acariciarlo.
Esto ocurrió el miércoles pasado durante el acto de inauguración del primer tramo del eje Caparacena-Baza-La Ribinaeje Caparacena-Baza-La Ribina, también llamado, para que se entienda algo mejor, autopista eléctrica. Esto incluye una nueva subestación en la localidad granadina y una línea de 400 kV. Es decir, la llegada por fin del S. XXI a una zona del mapa español que estaba “en sombra”, como admitió el propio Sánchez en el discurso y nos relató en su crónica el compañero Juan José Medina, enviado especial para la ocasión y que, como el resto de periodistas, fue objetivo de la meticulosa inspección canina y demás medidas de seguridad.
El máximo dirigente socialista compartió algo de protagonismo en el acto con uno de sus mayores adversarios políticos en estos momentos, Juanma Moreno, presidente andaluz y líder con más mano en el PP de Núñez Feijóo. A su lado estaba cuando apareció el lindo gatito y pudo ver de primera mano ese perfil cariñoso del presidente español con los animales. El andaluz también tiene experiencia en eso.
Era un día de inauguración, idóneo para estas cosas, para sonreír, para celebrar y para tener detalles afectuosos. A pesar de estar en una tierra sufridora, que en los últimos tiempos ve peligrar su actividad ganadera por la viruela ovina. Qué diferente sería imaginar a Pedro Sánchez sentado en su despacho y acariciando a ese mismo gato en el regazo. Ésa es la otra parte de la política, la del cálculo frío y las decisiones descarnadas. La cara y la cruz del dirigente. Solo un día antes, el martes, el mismo Gobierno envió a Granada al secretario de Infraestructuras del Ministerio de Transportes, Xavier Flores, para contar cosas que no gusta escuchar. Era un acto organizado por las Cámaras de Comercio de Andalucía sobre los corredores ferroviarios y Flores sabía que, siendo en Granada, habría una pregunta ineludible, el tren a Motril.
“Me toca decir lo que no gusta decir”. Así arrancaba el responsable del Ministerio para empezar a verter otro enorme jarro de agua fría sobre las aspiraciones de la Costa granadina de contar con un sistema de transporte moderno que permita mover de forma competitiva las mercancías a través del Puerto de Motril. Se sabía bien las cifras: 18 kilómetros de túnel y 2.600 millones de euros. Muy caro y poco rentable, en definitiva. Flores instó a utilizar los camiones para el transporte. La pregunta de algunos de los presentes en esa cualificada reunión era clara: ¿Qué infraestructura no es deficitaria cuando se proyecta? Hasta hubo alguna broma de mal gusto en las charlas de después sobre la poca urgencia de una inversión que lleva en el cajón desde la época de Mateo Sagasta (S.XIX). Un siglo arriba o abajo…
Pero estamos en noviembre de 2022 y el reloj electoral está en marcha para quienes toman decisiones, porque por encima de los técnicos están los políticos. Es la hora de acariciar el gato, tanto a puerta cerrada, en el regazo, como en cuclillas y con la sonrisa fotogénica.
Granada no tendrá tren a Motril ni proyecto para ello, al menos en breve; pero la zona Norte de la provincia ya cuenta con su autopista eléctrica y la ciudad espera la pedrea del Gobierno en forma de designación como futura sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA). Es un proyecto en el que se han involucrado todos los sectores sociales, económicos, culturales, educativos, políticos e institucionales, desde el Ayuntamiento hasta la Junta. Es, como dijo Juanma Moreno, "la candidatura andaluza" y un ejemplo de unidad a seguir para el futuro, sea cual sea el resultado.
La iniciativa no parece marcada por el sello de un color político, pero a nadie se le escapa que los dirigentes socialistas serán los más beneficiados o perjudicados, en el corto plazo, por la decisión que adopte el Gobierno de Pedro Sánchez. El presidente, que el miércoles completó su visita a Baza con un acto de partido al que asistieron los máximos dirigentes del PSOE meridional, salió de esta tierra con el ruego de mirarnos bien en esa decisión sobre la AESIA. (Aunque) también tomó buena nota de la aspiración de Sevilla a la Agencia Espacial. El alcalde Paco Cuenca ya ha dicho que espera que una cosa no sea obstáculo para la otra. El temor está en el aire.
El proyecto de la candidatura granadina es potente, con una ciudad que lo necesita para desarrollarse (coincide con el objetivo final de la descentralización que propone el Gobierno), con una Universidad de las más preparadas del mundo en la materia y con un ecosistema empresarial ya lanzado. Hay 13 candidaturas más, aunque en la práctica, los que entienden algo de esto dicen que solo hay un par de ciudades que con criterios técnicos podrían competir con Granada. Mejor ni citarlas, para no dar ideas, aunque diré que están en puntos cardinales opuestos del mapa español. Otras opciones más políticas parecen generar menos preocupación, como la de Barcelona (sólo preocupa la presión de los dirigentes catalanes, aunque ya están bien surtidos) o la de Leganés, que es un claro envite de la dirigente madrileña del PP Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez.Isabel Díaz Ayuso
El convencimiento de quienes se están dejando la piel es máximo y reconocen que sólo sería asumible una derrota si la opción ganadora está muy justificada desde el punto de vista técnico. Si no es así, el coste político podría ser mucho más elevado, porque se entendería como una decisión arbitraria. Ya se lo advirtió hace algunas semanas la rectora Pilar Aranda al presidente español, con buen talante y en pocas palabras: “Pedro, vas a tener muy difícil no darnos la sede de la Agencia”. El rey Felipe VI estaba de testigo. Ahora toca esperar a diciembre.
Uno de los temas de máxima actualidad de esta semana ha venido de manos de un juez de Granada, Josep Sola. A petición de otro magistrado, Manuel Piñar, que se ha querellado contra el abogado de Juana Rivas por poner en duda su imparcialidad, el instructor ha accedido a practicar una serie de diligencias que incluyen la investigación de un grupo de Whatsapp en el que hay nada menos que 103 periodistas de medios de toda España. El chat fue creado por el letrado investigado, Carlos Aránguez, para transmitir comunicados e información relativa al caso Juana Rivas. El auto se interna en un jardín complicado, como se vio al día siguiente de su difusión en los medios, cuando el TSJA envió un comunicado que intentaba aclarar el auto para decir que en realidad el juez no quiere investigar a los propios periodistas y “sólo” ordena a la policía indagar en el contenido de ese grupo de comunicación. La resolución especifica claramente que el “informe” policial debe contener la “identidad y medio” de cada integrante del grupo. No queda muy aclarada la diferencia, pero el mensaje sí demostró que el asunto estaba requiriendo alguna explicación adicional.
Todo parte de unas capturas de pantalla que el juez querellante dice haber recibido de alguien que está en ese grupo y que éste ha aportado en su querella. Un detalle que no es baladí, incluso desde la perspectiva jurídica, a juicio de los que saben algo de esto, claro.
También te puede interesar
Lo último